Por qué a los perros les encanta roer huesos
Científicos de la Universidad
Nacional de Colombia (UNAL) descubrieron por qué a los perros les
encanta morder, roer y jugar con huesos.
Sus ancestros los cánidos -lobos, zorros,
chacales- tenían el instinto de rasgar a sus presas con su mordida,
cuando en un momento de su evolución (hace ocho millones de años)
tuvieron que empezar a cazar en manada para alimentarse de animales
mucho más grandes que ellos.
La resultante evolución de sus
mandíbulas gradualmente convirtió a algunas especies de cánidos en
hipercarnívoros, que son los animales que se alimentan mayormente de
carne fresca.
El doctor
Joao Muñoz-Durán, profesor investigador del Departamento de Biología de
la UNAL, presentó las conclusiones de su estudio en el Primer Congreso
Conjunto de Biología Evolutiva en Ottawa, Canadá.
BBC Mundo conversó con él para conocer más detalles de la investigación.
Cooperación
Datos caninos
- Cánidos comúnes: zorros, lobos, chacales, coyotes y dingos pertenecen a este grupo.
- Rostros familiares: los cánidos salvajes se encuentran en todos los continentes, excepto en la Antártica.
- La comunicación es clave: estudios previos sobre la evolución de los cánidos revelaron que los aullidos eran esenciales para formar grupos sociales y cazar presas más grandes.
- El pasado de las mascotas: todos los perros domésticos son descendientes del lobo gris.
Muñoz-Durán y su equipo estudiaron la evolución de los cánidos para descifrar cuándo evolucionaron.
"Hace ocho millones de años, el ambiente estaba
cambiando, las sabanas y praderas se estaban expandiendo en
Norteamérica, Asia y Europa", dice.
Como había ambientes más abiertos y sin bosques,
explica el investigador, los ungulados (mamíferos con casco y pezuña,
como los caballos o cabras) tuvieron que responder de alguna forma al
cambio de dieta: para comer gramíneas, necesitaban dientes y estómagos
más grandes, por lo que crecieron de tamaño y comenzaron a vivir en
grupos para detectar más rápido a los depredadores.
"Mientras tanto, ¿qué hicieron los cánidos? Ya
no eran capaces de cazar estas presas en solitario por lo que también
decidieron unirse y formar grupos grandes para idear estrategias que les
permitieran cazar ungulados de manera colectiva".
Como se trataba de animales muy pesados y
fuertes, al morderlos había un forcejeo -la presa trataba de escapar-
que impuso un montón de estrés mecánico sobre el cráneo, las mandíbulas y
la morfología general de los cánidos.
"Necesitaban dientes punteagudos para poder
perforar y sostener la presa", explica Muñoz-Durán, quien también es
Ph.D. de la Universidad de California. "Con el tiempo, después de muchas
generaciones de intentar cazar de manera más efectiva, se generó una
presión de selección natural".
Gusto por el hueso
Los perros heredaron su amor por los huesos de su ancestro hipercarnívoro.
Sin embargo, eso no ocurrió en todas las especies de cánidos.
"Sucedió con el ancestro del lobo gris (el perro
común es descendiente de este lobo), del perro silvestre africano
conocido como el lobo africano, del lobo de la India y de un perrito
sudamericano que se llama perro del bosque", dice el científico.
"Como ha habido un proceso de domesticación y se
han generado muchas razas, hay algunas que aunque les encante jugar
pretendiendo que están cazando, no tienen la misma fuerza de un lobo
gris. Pero hay muchas que sí se parecen a su ancestro: el pastor alemán,
el pastor belga, el siberiano. Todos esos perros todavía retienen la
capacidad".
Entonces, a pesar de que no estén en un contexto
en el que necesitan cazar grandes presas para sobrevivir porque tienen
comida concentrada muy fácil de masticar y digerir, heredaron
genéticamente el gusto de morder huesos -sintéticos o de verdad- una y
otra vez.
"En sus genes
hay algo que les dice que hay que correr detrás de una presa, que hay
que sacudirla. Y eso es lo que hacen cuando juegan", concluye.
No hay comentarios:
Publicar un comentario