A MI MANERA. ISABEL PANTOJA

domingo, 27 de julio de 2008

MUSICA/


BREVE HISTORIA DE LA MUSICA CUBANA


WILY CHIRINO


Por: AURELIO DE LA VEGA

La historia de la música cubana es un vasto, intrigante, dinámico, fascinante, sugestivo, excitante y a menudo avasallador fresco. De sus nebulosos orígenes al reconocimiento universal de que goza hoy en día, la música cubana ha crecido en estatura y sus aspectos folklóricos y populares han influenciado progresivamente el modo de hacer musical de otras culturas.
Tras sus inicios a mediados del siglo dieciocho, y su formalización y desarrollo durante el diecinueve, la música cubana literalmente explota con gran fuerza en la escena internacional durante la década que va de 1920 a 1930.

Como en el caso de la música de otros países, la música cubana exhibe claramente dos caras de una misma moneda: una formada por elementos folklóricos y formas de expresión populares (que se transforman luego en comerciales), y otra, más abstracta y compleja, dentro de la cual algunos compositores cubanos han recorrido la difícil ruta de la música de arte.

Esta última forma o manera de comunicación, llamada también música clásica, música erudita, música culta, música seria, o música de concierto, es la menos reconocida en el mercado internacional, y por su falta de exposición y por su innata complejidad ha sido casi totalmente ignorada por los propios cubanos, del escritor al obrero, del político al industrial, de las clases pudientes a las pobres, de historiadores a ávidos amantes de la música popular.

Como usualmente ocurre con los países que poseen un rico y variado folklore -los cuales consecuentemente son voraces productores de canciones populares y de música bailable- la música popular cubana, de muchas maneras y por caminos distintos, ha opacado en gran medida a la música cubana de arte.

Las primeras composiciones realmente creadas en suelo cubano, como lo son las obras de Esteban Salas (1725-1803) o de Juan París (1759-1845), son de carácter litúrgico y vocal, a las que se añaden algunos ejemplos de música sinfónica y de cámara de tipo simplista. Se trata, claro, de una música totalmente enraizada en las tradiciones musicales europeas, que va de dosis pequeñas de formas polifónicas derivadas de Palestrina, Orlando di Lasso, Victoria o Handel, a numerosos ejemplos homofónicos que toman como ejemplo a Haydn y a Telemann.

Hay que esperar hasta los albores del siglo diecinueve para encontrar finalmente las primeras expresiones de una música que suena diferente a los modelos europeos, primordialmente en lo que se refiere a los aspectos rítmicos.
De la contradanza "San Pascual Bailón" (anónima, 1803) a las contradanzas de Manuel Saumell (1817-1870), que vienen a ser los primeros acentos, a veces exquisitos, de una música verdaderamente cubana, un modo de sonar realmente autóctono toma cuerpo en pocos años. A partir de este momento y de este desarrollo, la fertilidad y la influencia de la música cubana estarán aseguradas.

La riqueza de la música cubana, principalmente en lo que se refiere al color instrumental y a la opulencia poderosa de sus patrones rítmicos, la hace contagiosa.


Históricamente, muchas injusticias, inexactitudes y omisiones han sido cometidas en lo tocante al reconocimiento de la gran influencia que ha ejercido la música cubana en el desarrollo de la música de los Estados Unidos.


Por ejemplo, olvidándose de que las proto-formas del ragtime fueron traídas a Norteamérica desde el Caribe por el compositor estadounidense Louis Moreau Gottschalk (1829-1869), quien las introdujo por Nueva Orleans, muchos no reconocen y meramente ignoran la extensa influencia de la música cubana en el desarrollo del jazz, y a menudo las fórmulas rítmicas afro-cubanas son errónea y maliciosamente clasificadas como giros puramente jazzísticos.

Durante las décadas de 1920, 1930 y 1940, el bolero cubano, el son, la rumba y la conga viajaron por el mundo entero, a menudo como fórmulas comercializadas de tipo barato y vulgar promovidas por Hollywood y por las casas editoras norteamericanas, que producían de contínuo cantidades astronómicas de música bailable para un público creciente e insaciable.

Del lado positivo, sin embargo, está el hecho de que compositores estadounidenses de la talla de Aaron Copland o de Leonard Bernstein, pasando por Gershwin, escribieron obras basadas en los diseños rítmicos del danzón y de la rumba.

La música cubana nace de una amalgama de las fórmulas del folklore musical español y de los ritmos africanos, éstos últimos traídos a Cuba por los esclavos negros. Una mínima influencia francesa -consistente principalmente en modelos basados en las danzas de Rameau- apareció en Santiago de Cuba trasladada por esclavos hatianos y por terratenientes franceses que habían huido a la parte oriental de Cuba tras las insurrecciones en Haití, pero pronto se diluyó y despareció, no dejando casi huella.

La riqueza fenomenal del folklore español, mezclada con el vigor de la música africana, creó velozmente una exhuberante y explosiva urdimbre musical.


Si bien desde el punto de vista de la armonía y de la forma la música cubana no ha inventado nada original, melódica y rítmicamente ha producido una colección asombrosa de procedimientos de fácil identificación, los cuales, como se ha apuntado anteriormente, se han paseado por el mundo entero.


Finales del Siglo XVIII y el Siglo XIX

Ya al final del siglo dieciocho esta mezcla musical hispano-africana produce una música bailable de poderosas raíces populares que, dentro de la órbita social secular, lentamente desplaza a las danzas europeas que habían constituido hasta entonces el entretenimiento fundamental de la nueva y emergente burguesía criolla.


El compositor e investigador cubano Carlo Borbolla (1902-1990) afirma que el básico, seminal y siempre presente "tresillo cubano" (una semifusa, una fusa y otra semifusa, que en realidad no son sino la primera mitad de un compás de dos por cuatro, seguida ésta por dos fusas) apareció cuando los músicos populares interpretaban erróneamente, desde un punto de vista rítmico, el tresillo europeo, el cual era un enunciado rítmico de dos contra tres en cómputo de tiempo igual.


El siglo diecinueve es testigo de la rápida evolución de esa música danzable rítmicamente diferente de los modelos europeos, la cual cual ejerce una influencia decisiva en las sofisticadas obras de piano de Saumell y de Ignacio Cervantes (1847-1905), así como en la música fuertemente romántica de Nicolás Ruiz Espadero (1832-1890).

Es también durante este siglo diecinueve que Cuba produce sus primeros instrumentistas de renombre internacional, del pianista José Manuel (Lico) Jiménez (1855-1917) y de la pianista y compositora Cecilia Aritzi (1856-1930) a los violinistas Claudio José Domingo Brindis de Salas (1852-1911) y José White (1836-1912). Jiménez, tras muchos viajes de conciertos por todo el mundo, emigró a Alemania.


Activo en la Corte de Weimar, fue amigo de Liszt, se casó con una dama alemana y murió en Hamburgo, donde está sepultado. White escribió obras de piano, para clavicordio y orquesta, y para cuarteto de cuerdas, y su fama como compositor se asienta principalmente en un excelente "Concierto para Violín y Orquesta" y en la siempre popular "La Bella Cubana", para violín y piano, transcrita posteriormente para voz y piano.


Desde un punto de vista artístico-sociológico es importante hacer notar que Jiménez, Brindis de Salas y White eran músicos mulatos y negros que tuvieron carreras nacionales e internacionales triunfantes, lo cual atestigua con gran fuerza que sus pujantes e importantes personalidades musicales lograron imponerse más allá de barreras raciales y económicas.

Compositores cubanos del siglo diecinueve que crearon obras aún bajo fuerte influencia europea son Gaspar Villate (1851-1891) y Laureano Fuentes Matons (1825-1898), ambos autores de óperas que seguían los patrones italianos y franceses, y algunas de cuyas piezas fueron estrenadas en París y en Madrid; a José Mauti (1855-1937), autor de numerosas zarzuelas y de varias piezas sinfónicas, y a Guillermo Tomás (1868-1937). Tomás fue el único compositor cubano de esa época cuya música exhibe una fuerte influencia alemana.


Como director de orquesta no sólo tocó a Wagner por primera vez en Cuba sino que expuso a las audiencias cubanas, también por primera vez, a la música de Richard Strauss -cuyo poema sinfónico "Así hablaba Zaratustra" fue escuchado en La Habana sólo 13 años después de su estreno en Frankfurt (ocurrido en 1896)- y a la música de Max Reger.


Florecimiento en el Siglo XX


Pero es en el siglo veinte que la música cubana finalmente florece. Hasta los años de la Segunda Guerra Mundial, toda una falange de compositores cubanos de música popular habían creado enormes colecciones de canciones, danzones, sones, boleros, guajiras, guarachas, pregones, sones montunos, guaguancós, cha, cha, chás, mambos, rumbas, congas y tangos congos.


De Jorge Ankermann (1877-1941), María Cervantes (1885-1981), Manuel Corona (1880-1950), Osvaldo Farrés (1902-1985), Sindo Garay (1887-1968), Eliseo y Emilio Grenet (1893-1950 y 1901-1941, respectivamente), Miguel Matamoros (1894-1971), Benny Moré (1920-1963), Dámaso Pérez Prado (nacido en 1922), Rodrigo Pratts (1910-1980), Antonio María Romeu (1876-1955), Moisés Simons (1844-1944) y René Touzet (nacido en 1916) a Celia Cruz, Willy Chirino, Paquito D'Rivera, Chano Pozo, Israel López (Cachao) y Gloria Estefan, la cantidad, variedad, resonante éxito e influencia de los miles de obras por ellos compuestos, y las tendencias estilísticas que han creado con sus actuaciones como cantantes y/o instrumentistas, son realmente notables.

Antes de explorar el mundo de la música de arte cubana deben mencionarse dos compositores quienes, aunque primordialmente actuaron dentro de las fronteras de la música popular y comercial, se aventuraron a crear obras musicales de mayor envergadura y quienes por tanto, ocasionalmente, se adentraron en el campo de la música cubana clásica.


Fueron ellos Gonzalo Roig (1890-1970), cuya opereta cubana "Cecilia Valdés" (1932) y cuyo "Quiéreme mucho" (1911) han circunnavegado el globo, y Ernesto Lecuona (1895-1963), cuyas obras de teatro lírico crearon una importante colección de zarzuelas cubanas, y cuyas mejores piezas para piano se han hecho mundialmente famosas.
Es también dentro del marco del siglo veinte que la música de arte cubana se desarrolló como una de las contribuciones importantes a la historia de Cuba.


Los dos primeros compositores cubanos de música de arte que abrazaron las técnicas contemporáneas (en este caso la música de Stravinsky y de Bartók) son Amadeo Roldán (1900-1939) y Alejandro García Caturla (1906-1940), cuyas ricas y atrevidas paletas armónicas, su uso de las grandes formas sinfónicas, y su magnética manipulación de las fuerzas orquestales lograron situar por vez primera a la música cubana dentro de la música de arte contemporánea universal.


Los dos ballets de Roldán "La Rebambaramba" (1928) y "El Milagro de Anaquillé" (1929), y el poema sinfónico de Caturla "La Rumba" (1933) permanecen siendo imponentes y valiosísimos documentos de la música de arte cubana.
Del binomio Roldán-Caturla al presente, la música culta cubana ha continuado creciendo en poder e imaginación, despertando un creciente respeto y admiración internacionales. Tras estos dos compositores mencionados, la música de arte cubana se mueve a través de los años de actividad de José Ardévol (1911-1981), compositor catalán radicado en Cuba desde los años 30 que fue fundador y mentor del primer grupo integral de compositores cubanos de música de arte.

Ardévol y este grupo de compositores jóvenes compartían credos estéticos y técnicos comunes, creando así una verdadera escuela de compositores que se agruparon bajo el nombre de Grupo de Renovación Musical.


El Grupo de Renovación incluyó a algunos de los compositores que actualmente son los decanos de la música de arte cubana.


Muchos de ellos permanecieron en Cuba tras el triunfo de la revolución castrista, y entre éstos hay que mencionar al también musicólogo y crítico musical Edgardo Martín (nacido en 1915); a Harold Gramatges (nacido en 1918), quien recientemente fue galardonado con un prestigioso premio internacional creado por la Sociedad General de Autores y Editores de España; a Gisela Hernández (1912-1971); a Hilario González (nacido en 1920); y a Argeliers León (1918-1988), quien fue también un importante musicólogo e investigador.

Dos compositores que crearon su música independientemente de los postulados estéticos de Ardévol y su grupo, son Julián Orbón (1925-1991), quien vivió en Ciudad México y Nueva York, y murió en Miami, y Aurelio de la Vega (nacido en 1925), quien reside en Los Angeles desde 1959. Ambos son, según afirma el musicólogo Gérard Béhague, los dos más conocidos compositores cubanos de música de arte de la segunda mitad del siglo veinte. Orbón, de modo muy efectivo e interesante, mezcló Canto Gregoriano, viejas formas musicales españolas, modalidad, avanzadas armonías contemporáneas y melo-ritmos cubanos para crear una música poderosa enmarcada por una magnífica y refinada excelencia técnica.
Entre otros honores, Orbón fue elegido como miembro de la prestigiosa Academia Norteamericana de Artes y Letras. De la Vega escribió las primeras composiciones cubanas atonales y de inmediato dodecafónicas, y ha compuesto varias obras electrónicas e importantes obras sinfónicas que son tocadas muy a menudo por numerosas orquestas a través de todo el mundo.

Dos veces, De la Vega ha sido galardonado con el codiciado Premio Friedheim del Kennedy Center for the Performing Arts.
Otro compositor cuyas actividades profesionales tuvieron lugar fuera de Cuba es Joaquín Nin-Culmell (nacido en 1908), clasificado por muchos como un compositor cubano-español. Creador prolífico, sus obras, de corte neo-clásico, incluyen ballets, óperas, música coral, música de cámara, música vocal y composiciones para piano, guitarra y órgano.

Un valioso y variado grupo joven de compositores cubanos de música de arte continúan la tarea de expandir la dimensión y el alcance de este tipo de música. Constituyen una generación profundamente afectada por el triunfo de la revolución castrista. Este nuevo contingente de compositores cubanos de música culta incluye a Sergio Fernández Barroso (nacido en 1946), residente del Canadá por muchos años, cuya música para computadoras le ha traido mucho reconocimiento y triunfo; a Tania León (nacida en 1943), quien vive en Nueva York, es consejera de numerosas orquestas sinfónicas e instituciones musicales norteamericanas, actúa asimismo continuamente como directora de orquesta, y es autora de una ópera que se estrenó en Ginebra en 1999; y a Raúl Murciano, Orlando Jacinto García, Julio Roloff, Armando Tranquilino y Viviana Ruiz, todos residentes en Miami.

Entre los que permanecen en Cuba hay que mencionar a Leo Brouwer (nacido en 1939), quien reside por períodos de tiempo en Córdoba, España, donde fundó y dirige una orquesta, y cuya importante carrera internacional como guitarrista y director de orquesta iguala su fama como compositor; a Alfredo Diez Nieto (nacido en 1918), cuyas composiciones incluyen obras sinfónicas, música de cámara y obras vocales; a Carlos Fariñas (nacido en 1934), cuyas composiciones orquestales son poderosas y bien realizadas; a Roberto Valera (nacido en 1938), creador de excelentes obras corales, y a Juan Piñera (nacido en 1950), autor de importantes obras para piano.

Estilísticamente, todos estos multifacéticos compositores cubanos de música de arte, de Roldán al presente, han colocado a Cuba en la vanguardia de la composición musical universal de nuestros días, utilizando politonalidad, atonalidad, procedimientos seriales, elementos aleatorios, medios electrónicos, formas abiertas, notación proporcional y gráfica, y medios de expresión post-seriales y post-modernistas.

Por encima de tendencias, modos de hacer, postulados estéticos y actitudes histórico-políticas, tanto dentro del marco de la música popular como dentro del de la música de arte, la música cubana permanece vigorosa, activa, pujante, importante, potente e influyente.

Si se toma en cuenta las dimensiones físicas de Cuba y la cantidad de sus habitantes, contando todos los que están dentro y fuera de la isla, el número de compositores, instrumentistas, cantantes y conjuntos musicales que ha producido Cuba es realmente notable.

Es de esperar que la intensidad y la expresividad de la música cubana y el prestigio mundial de que goza continúen creciendo en años venideros.

Baste señalar que, en el presente, la música de Cuba, en todas sus manifestaciones, constituye una poderosa revelación de la originalidad de la cultura cubana.












domingo, 20 de julio de 2008

PINTURA

ARTE CONTEMPORANEO.

Arte negro. Máscara Ngaady Mwaash.Madera, tejido de rafia, corales y perlas le permitieron a un anónimo artista tribal, de África central, expresar con refinamiento su mundo interior.



Pieter Brueguel (1525-1569). "Boda Aldeana" (1566-67).Óleo s/tabla 114,3 x 162,6 cm. Kunsthistorisches Museum, Viena.La delicadeza y variedad de colorido convirtieron a Brueguel, "El Campesino", en elartista que describió con mayor riqueza de detalles la vitalidad de la vida diaria. Hizo memorable su humor y el desenfado como contracara del refinamiento (muy difundido en aquel momento) idealizado del Renacimiento italiano






La libertad guiando al pueblo" (1830). París, Louvre.Conocida también como "La Barricada" es la glorificación de un idealuniversal.El gran colorido y la fuerza de su pincelada hicieron trascender el espíritu romántico de Eugène Delacroix (1798-1863).



La vigencia de la pintura

La globalización que invade todo como una mancha de aceite impacta también en la valoración de los bienes artísticos.Los nuevos condimentos son el tránsito por circuitos culturales predeterminados y la oferta y promoción de una industria cultural, que siempre está a un paso del negocio del entretenimiento.

Instalaciones, video-instalaciones, perfomances, arte conceptual y objetual, arte digital, video-arte y diversos "mix" con las variantes históricas (pintura, dibujo, escultura) se disputan el interés de críticos y público.Una saturación de distintos lenguajes con combinaciones que llegan al despropósito y cierta idea difundida que presume que los artistas anticipan el futuro, cubre ruidosamente todo el espectro.
Los "curadores" monopolizan el mensaje de las grandes manifestaciones artísticas, buscando trascender por sobre los "creadores". Los teóricos buscan protagonismo impulsando síntesis superadoras que buscan abarcar todo.
Hay innumerables muestras de trivialidad y producciones irracionales totalmente fuera de escala.Muchos intentos provisorios, sin elaboración, sustentados en experiencias artificiales y muy pobres, logran cierta expectativa generalizada, por un cierto tiempo.

La dinámica propia del arte estuvo siempre plagada de rupturas, disparidades y mucho y pueril ingenio.
Naturalmente lo que está ocurriendo en la sensibilidad de apasionados artistas en todo el planeta está más allá de toda esa polución.Los productores genuinos de cultura trabajan a ciegas, sin proponerse resultados que se puedan medir. Reescriben continuamente su realidad, ignorando cánones oficiales o modas.El territorio a explorar es siempre nuevo, lo que los lleva a indagar en miradas diferentes.

En el transcurso de la historia muchos pintores han podido captar la imagen de su época.Testigos privilegiados descubrieron escenarios únicos o capturaron la intensidad de la vida cotidiana.Hicieron tangible el espíritu de su época en imágenes memorables.Perturbadoras o deslumbrantes.El imaginario colectivo los hizo primero genios y después los convirtió en mitos.

Paletas sabias han plasmando lo sustancial en distintos momentos de la historia.La pintura sigue siendo sinónimo de "arte".Mantiene hoy una completa vigencia.La duda es que hay de nuevo.

ARTE E HISTORIA

Historia del Arte contemporáneo

Diego Rivera (1886-1957). "Cargador de flores".Sencillez de colores y formas y una sensación de nostalgia e intimidad, en sus imágenes.El gran muralista instaló la cotidianeidad de la vida mexicana en la historia del arte contemporáneo.

Movimientos pictóricos europeos.

Impresionismo.
Neoimpresionismo.

Realismo.

Surrealismo.

Romanticismo.

Expresionismo.

Futurismo.

Cubismo.

Dadaísmo



Impresionismo (arte)


Movimiento pictórico francés de finales del siglo XIX que apareció como reacción contra el arte académico. El movimiento impresionista se considera el punto de partida del arte contemporáneo. Por extensión, el término también se aplicó a un determinado estilo musical de principios del siglo XX. Véase Impresionismo (música).
El impresionismo en pintura partió del desacuerdo con los temas clásicos y con las encorsetadas fórmulas artísticas preconizadas por la Academia Francesa de Bellas Artes. La Academia fijaba los modelos a seguir y patrocinaba las exposiciones oficiales del Salón parisino. Los impresionistas, en cambio, escogieron la pintura al aire libre y los temas de la vida cotidiana. Su primer objetivo fue conseguir una representación del mundo espontánea y directa, y para ello se centraron en los efectos que produce la luz natural sobre los objetos. Las figuras principales del movimiento fueron: Edgar Degas, Claude Monet, Berthe Morisot, Camille Pisarro, Auguste Renoir y Alfred Sisley.
Los impresionistas se preocuparon más por captar la incidencia de la luz sobre el objeto que por la exacta representación de sus formas, debido a que la luz tiende a difuminar los contornos y refleja los colores de los objetos circundantes en las zonas de penumbra. Los pintores académicos definían las formas mediante una gradación tonal, utilizando el negro y el marrón para las sombras. Los impresionistas eliminaron los detalles minuciosos y tan sólo sugirieron las formas, empleando para ello los colores primarios —cyan, magenta y amarillo— y los complementarios —naranja, verde y violeta—. Consiguieron ofrecer una ilusión de realidad aplicando directamente sobre el lienzo pinceladas de color cortas y yuxtapuestas, que mezcladas por la retina del observador desde una distancia óptima aumentaban la luminosidad mediante el contraste de un color primario (como el magenta) con su complementario (verde). De este modo, los impresionistas lograron una mayor brillantez en sus pinturas que la que se produce normalmente al mezclar los pigmentos antes de aplicarlos.


Historia


Aunque los hallazgos del impresionismo francés resultaron decisivos para la pintura del siglo XX, los intentos por plasmar los efectos de la luz natural no eran nuevos. En el siglo XVII Jan Vermeer había utilizado fuertes contrastes de luces y sombras para bañar sus lienzos de luz natural. Diego Velázquez en el mismo siglo y Francisco de Goya a finales del siglo XVIII captaron la impresión lumínica mediante la eliminación de sombras secundarias y la introducción de zonas de luz en detrimento de la nitidez de los contornos. Su pincelada también preludió la de los impresionistas franceses.
Los precursores inmediatos del impresionismo fueron los ingleses John Constable y J.M.W. Turner. Cuando Monet y Pissarro vieron por primera vez sus obras en 1871 se sintieron conmovidos por la atmósfera y los efectos difusos de luz característicos de la pintura de Turner. Los pintores de la Escuela de Barbizon fueron también antecedentes del movimiento impresionista francés. Treinta años antes de la primera exposición impresionista, Camille Corot, miembro circunstancial de la escuela de Barbizon calificado en ocasiones como padre del impresionismo, interpretaba los fugaces cambios lumínicos en una serie de temas pintados a diferentes horas del día. Eugène Louis Boudin, un pintor preimpresionista, que fue maestro de Monet, enseñó a sus discípulos a expresar un sentimiento de espontaneidad en sus obras, mientras que el realista Gustave Courbet alentó a los impresionistas a buscar su inspiración en la vida cotidiana.
Édouard Manet considerado el primer impresionista —aunque rechazaba este calificativo— mostró cómo se podían obtener sutiles representaciones de luz por la yuxtaposición de colores fuertes y contrastados. Su cuadro La merienda campestre (1863, Museé d'Orsay, París), expuesto en el Salón de los Rechazados (Salon des Refusés) organizado en oposición a las exposiciones oficiales en el Salón de la Academia, señaló el comienzo de una nueva era en el arte. Los pintores impresionistas organizaron su primera exposición independiente en 1874. Los treinta participantes compartían su rechazo al academicismo imperante y su admiración por las atrevidas composiciones de Manet. El término impresionista fue usado por primera vez por el crítico Leroy en la revista Charivari para denominar irónicamente un cuadro de Claude Monet titulado Impresión, amanecer (1872, Museo Marmottan, París). El término fue adoptado oficialmente durante la tercera exposición impresionista en 1877. Los impresionistas fueron apoyados por notables miembros de la sociedad francesa, como los literatos Émile Zola y Charles Baudelaire, el pintor-coleccionista Gustave Caillebotte, y el marchante de arte Paul Durand-Ruel. Sin embargo la prensa y el público, acostumbrados al convencional estilo académico, se mostraron hostiles hacia el nuevo arte.
Los impresionistas evolucionaron hacia distintos estilos individuales y compartieron como grupo sus experimentos sobre el color. Sólo Monet fue ortodoxo en la aplicación de la teoría impresionista. Pintó varias series —la catedral de Ruán, la estación de Saint-Lazare, los álamos— en diferentes horas del día y estaciones del año. Pissarro utilizó una paleta más delicada y también se concentró en los efectos de luz sobre las formas. Sisley, aunque muy influido por Monet, conservó una sutileza propia. Degas, que no fue un impresionista ortodoxo, captó la fugacidad del movimiento en las escenas de ballet y de caballos, a menudo representadas con la técnica del pastel. Los sutiles paisajes de Morisot se destacan por la intensa pincelada más que por la precisión lumínica.
El impresionismo francés influyó en artistas de todo el mundo. Los más significativos fueron el estadounidense James Abbott McNeill Whistler, cuyos nocturnos (1877) plasman efectos de incendios o luces brillando a través de la niebla, Childe Hassam, Winslow Homer y el inglés Walter Sickert, el italiano Giovanni Segantini y el español Joaquín Sorolla.
El impresionismo ejerció una fuerte influencia durante décadas. Artistas que partieron del impresionismo idearon otras técnicas e iniciaron nuevos movimientos artísticos. Los pintores franceses Georges Seurat y Paul Signac ejecutaron lienzos a base de pequeños puntos de color, aplicando una derivación científica de la teoría impresionista conocida como puntillismo o divisionismo. Los postimpresionistas Paul Cézanne, Henri de Toulouse-Lautrec, Paul Gauguin y Vincent van Gogh estuvieron muy influidos por la vivacidad del colorido impresionista. La obra de Cézanne anticipó el cubismo, mientras que la de Gauguin y Van Gogh representaron el comienzo del expresionismo.


Neoimpresionismo


Movimiento artístico de finales del siglo XIX, fundado por el pintor francés Georges Seurat. El término fue acuñado en 1886 por el crítico de arte Félix Fénéon para designar el nuevo estilo empleado por Seurat en Un baño en Asnières (National Gallery, Londres), que había sido expuesto en 1884 en el Salón de los Independientes en París. El objetivo de Seurat era sistematizar una teoría del color que había sido intuida casualmente y sin rigor científico por los impresionistas. A través de la técnica que denominaba divisionismo (conocida hoy día como puntillismo), Seurat aplicaba la pintura en el lienzo en minúsculas manchas de pigmento puro, con fuertes contrastes de color. Estas composiciones, contempladas desde una distancia óptima, reproducen con brillantez los efectos lumínicos.
Además de un uso sistematizado del color, otro principio básico del neoimpresionismo fue la composición concienzuda del cuadro, así como el cuidado del dibujo. En este aspecto el neoimpresionismo rechazó el ideal impresionista de la objetividad no estructurada. El inmenso cuadro Un domingo de verano en la Grande Jatte (1886, Instituto de Arte de Chicago) es una muestra de la madurez de Seurat y fue el punto de atracción en la "Exposición impresionista" de París, celebrada en 1886. Otros destacados componentes de este estilo fueron Camille Pissarro y Paul Signac (quien se convirtió en un apasionado propagandista del movimiento). Por su esquematismo formal y su cualidad científica, el divisionismo se convirtió en un importante precursor del arte moderno: una retrospectiva de la obra de Seurat, llevada a cabo en 1905, tuvo una influencia decisiva en la aparición del cubismo.


Realismo (arte)


En arte y en literatura, supone el intento por describir el comportamiento humano y su entorno, o por representar figuras y objetos tal y como actúan o aparecen en la vida cotidiana. Esta tendencia ha existido periódicamente a través de la historia en todas las artes; sin embargo, el término se restringe habitualmente al movimiento que comenzó a mediados del siglo XIX como reacción frente al romanticismo. La diferencia entre el realismo y el naturalismo es más difícil de definir, a pesar de que los dos términos son a menudo usados indistintamente. La diferencia estriba en el hecho de que el realismo se ocupa directamente de aquellas cosas que son aprehendidas por los sentidos mientras que el naturalismo, un término más bien aplicado a la literatura, intenta aplicar teorías científicas al arte.


Arte


En arte, aunque nunca se desarrolló una escuela realista como tal, el concepto sí se ha manifestado de diferentes maneras y en distintas ocasiones. El término realista, utilizado para describir una obra de arte, a menudo, significa simplemente objetos y figuras feas en oposición a aquellas que se consideran bellas. Con frecuencia se usa para describir escenas humildes de la vida. Este término implica una labor de crítica a las condiciones sociales, sin rehuir en ningún momento lo desagradable. Algunos de los trabajos de artistas franceses como Gustave Courbet (por ejemplo, Los picapedreros, 1850), Honoré Daumier y Jean-François Millet han sido catalogados como realistas sociales.
La pintura realista de Estados Unidos incluye la obra de William Sidney Mounts, muy alejada del estilo romántico de sus contemporáneos agrupados en la escuela del río Hudson, los retratos del pintor Thomas Eakins así como los trabajos colectivos conocidos como la escuela de Ashcan o de los Ocho, quienes a comienzos del siglo XX intentaron pintar escenas de la vida urbana tal y como eran (véase Arte y arquitectura de Estados Unidos). En España Eduardo Rosales destacó por su pintura histórica y Martí Alsina es el gran representante del naturalismo pictórico. Posteriormente destacarían otros grandes pintores realistas como Zuloaga y el polifacético Alfonso Rodríguez Castelao. Ya en el siglo XX destaca Antonio López y la Escuela de Madrid con su realismo mágico exacerbado

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Surrealismo


Movimiento artístico y literario fundado por el poeta y crítico francés André Breton.
Breton publicó el Manifiesto surrealista en París en el año 1924 y se convirtió, acto seguido, en el líder del grupo. El surrealismo surgió del movimiento llamado Dada, que reflejaba tanto en arte como en literatura la protesta nihilista contra todos los aspectos de la cultura occidental. Como el dadaísmo, el surrealismo enfatizaba el papel del inconsciente en la actividad creadora, pero lo utilizaba de una manera mucha más ordenada y seria.


Surrealismo en arte


En pintura y escultura, el surrealismo es una de las principales tendencias del siglo XX. Reivindica, como sus antecesores en las artes plásticas, a pintores tales como el italiano Paolo Uccello, el poeta y artista británico William Blake, y al francés Odilon Redon. En el presente siglo también son admiradas y a veces expuestas como surrealistas ciertas obras de Giorgio de Chirico, del ruso Marc Chagall, del suizo Paul Klee, y de los franceses Marcel Duchamp y Francis Picabia, así como del español Pablo Picasso, aunque ninguno de ellos formó parte del grupo. A partir del año 1924 el alemán Max Ernst, el francés Jean Arp así como el pintor y fotógrafo estadounidense Man Ray se incluyen entre sus miembros. Se unieron por un corto periodo de tiempo el francés André Masson y el español Joan Miró. Ambos pintores fueron miembros del grupo surrealista pero, demasiado individualistas para someterse a los dictados de André Breton, se desligaron en 1925. Más tarde, se incorporó el pintor franco-estadounidense Yves Tanguy, así como el belga René Magritte y el suizo Alberto Giacometti. El pintor catalán Salvador Dalí se asoció en 1930, pero más tarde fue relegado por la mayoría de los artistas surrealistas, ya que estaba más interesado en la comercialización de su arte que en las ideas del movimiento. A pesar de que durante cierto tiempo fue el artista más renombrado del grupo, su obra fue tan personal que constituye una de las muestras más representativas del surrealismo.
La pintura surrealista es muy variada de contenidos y técnicas. Dalí, por ejemplo, transcribe sus sueños de una manera más o menos fotográfica, inspirándose en la primera etapa de la pintura de De Chirico. Las esculturas de Arp son grandes, lisas y de forma abstracta. De otra parte, Miró, miembro formal del grupo durante una corta etapa, representó formas fantásticas que incluían adaptaciones de dibujos infantiles. El pintor ruso-estadounidense Pavel Tchelichew pintó cuadros y también creó numerosas escenas para ballets. En la década de 1940, coincidiendo con el exilio en México de artistas españoles influidos por el surrealismo, así como la visita de Bretón, que recorrió el país acompañado de Diego Rivera y el político soviético Liev Trotski, el movimiento se extendió de forma relativa y limitada entre círculos intelectuales mexicanos (véase Remedios Varo).
La rama surrealista estadounidense está constituida por el grupo conocido como `los realistas mágicos', bajo el liderazgo del pintor Paul Cadmus. El escultor Joseph Cornell comenzó como surrealista, pero más tarde persiguió una forma de expresarse más individual. Una colección representativa de la obra gráfica de los surrealistas se encuentra en el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MOMA).


Romanticismo (arte)


En arte, movimiento artístico e intelectual europeo que se extiende aproximadamente desde 1800 hasta 1850. El romanticismo no puede ser identificado con un estilo singular, con una técnica o con una actitud, pero sin embargo la pintura romántica se caracteriza por una aproximación muy imaginativa y subjetiva, intensidad emocional y por un carácter visionario u onírico. Mientras que el arte clásico y neoclásico es mesura, claro y completo en cuanto a la expresión, el arte romántico se caracteriza por esforzarse en expresar estados de ánimo, sentimientos muy intensos o místicos, así como por eludir la claridad y la definición. El escritor alemán Ernst Hoffmann definió la esencia del romanticismo como la “infinita añoranza”. En la elección de temas, los artistas del movimiento romántico mostraron predilección por la naturaleza, especialmente en su aspecto más salvaje o misterioso, así como con asuntos exóticos, melancólicos o melodramáticos que producen miedo o pasión.


Contexto del siglo XVIII


La palabra `romántico' se asoció con escenarios salvajes, perspectivas sublimes, ruinas y una tendencia que se manifiesta en un énfasis creciente por la ascética de lo sublime como oposición a la belleza. El escritor y estadista británico Edmund Burke, por ejemplo, identificó la belleza con la delicadeza y la armonía, y lo sublime con la inmensidad, la oscuridad y la capacidad para inspirar terror. También durante el siglo XVIII, los sentimientos comienzan a ser más importantes que la razón. La poesía romántica inglesa y alemana apareció en la década de 1790 y a fines del siglo experimentó un cambio desde la razón hacia los sentimientos. Éstos y la imaginación comenzaron a reflejarse en las artes como en las visionarias ilustraciones del poeta y pintor inglés William Blake, los cuadros de pesadillas de su amigo el pintor suizo-inglés Henry Fuseli y los sombríos grabados de monstruos y demonios realizados por el pintor español Francisco de Goya.


Francia


En Francia el periodo de formación del romanticismo coincidió con las Guerras Napoleónicas (1799-1815). Los primeros artistas franceses de este estilo encontraron su fuente de inspiración en los acontecimientos que les rodeaban. Antoine-Jean Gros inició la transición del neoclasicismo al romanticismo impulsado por el estilo sobrio de su maestro, Jacques-Louis David, quien tenía un estilo más colorista y emotivo, influido por el pintor flamenco barroco Petrus Paulus Rubens. La principal figura del romanticismo francés fue Théodore Géricault, que además llevó las tendencias dramáticas y coloristas al estilo de Gros y cambió el sentido heroico de los cuadros de batallas por el del sufrimiento. En su Coracero herido (1814) un soldado, en medio de una humareda, se desmaya en el campo. Las poderosas pinceladas, la luz y los tonos oscuros acrecientan el sentido de aislamiento y vulnerabilidad; y esto para Géricault y otros pintores románticos constituía la esencia de la condición humana.
La obra maestra de Géricault, La balsa de Medusa (1818-1819), retrata a escala heroica el sufrimiento de la humanidad, un tema del que se hizo eco el pintor romántico francés, Eugène Delacroix, en su Masacre en Quíos (1824). Delacroix adopta a menudo temas de la literatura, pero resalta los que tienen más transcendencia literaria o didáctica con el uso de colores que crean un efecto de energía pura o emoción comparado con la música. Rechazando el énfasis neoclásico sobre la forma y los rasgos, utiliza medios tonos obtenidos de la yuxtaposición de un color con su complementario y no del oscurecimiento de uno de ellos. Su Muerte de Sardanápalo (1827), inspirada en una obra del poeta romántico inglés lord Byron, lo detalla con precisión, pero la acción es tan violenta y la composición tan dinámica que el efecto es un caos hundiendo la inamovible e indiferente figura de un rey agonizante.


Alemania


La pintura romántica alemana, así como su poesía y filosofía, estuvo inspirada por la concepción de la naturaleza como manifestación de la divinidad, que condujo a la formación de una escuela paisajística simbólica iniciada por las pinturas místicas y alegóricas de Philipp Otto Runge. El más grande exponente y el pintor alemán romántico más notable fue Caspar David Friedrich, cuyos paisajes meditabundos, pintados en un estilo lúcido y meticuloso, cabalgan entre el sentimiento delicado y místico y el sentido de la melancolía, de la soledad y de la separación. Su pesimismo romántico se expresa más directamente en su obra Mar polar (1824); el recuerdo de un barco naufragado, apenas visible debajo de una pirámide de placas de hielo, parece un monumento al triunfo de la naturaleza sobre la aspiración humana.
Otra escuela del romanticismo alemán es la formada por los nazarenos, un grupo de artistas centrados en la recuperación del estilo y del espíritu religioso medieval; su principal líder fue Johann Friedrich Overbeck. También notable entre los artistas tardíos de la tradición romántica alemana fue el austriaco Moritz von Schwind, cuya temática la extrajo de la mitología alemana y los cuentos de hadas.


Inglaterra


En Inglaterra, así como en Alemania, los paisajes impregnados de un sentimiento romántico se convierten en la principal expresión de la pintura romántica, aunque los artistas ingleses fueron más innovadores en estilo y en técnica. Samuel Palmer pintó paisajes que se distinguen por una inocente simplicidad en cuanto a su estilo así como por un sentimiento religioso que deriva de Blake. John Constable, proveniente de un entorno natural salvaje asociado con muchos poetas y pintores románticos, dotó a los paisajes ingleses de un profundo sentimiento. Fue el primer gran artista en trabajar al aire libre y en llevar al lienzo la frescura de la visión a través del uso de colores luminosos y llamativos a base de pinceladas densas. Joseph Mallord William Turner expresó la visión más radical de todos los artistas románticos. Comenzó con paisajes que se remontan al pintor francés del siglo XVII Claudio de Lorena, pero transformó algunas de sus obras tardías como Tormenta de nieve: barco de vapor de Harbour Mouth (1842), en una mezcla de efectos atmosféricos de luz y color, mezcla de nubes, niebla, nieve y mar en un torbellino en el cual los diferentes objetos se diluyen.


España


El romanticismo en España se manifestó sobre todo en la pintura, representado por Federico Madrazo, con sus cuadros históricos y sus retratos; Antonio María Esquivel, Jenaro Pérez Villaamil, con sus imaginatorios paisajes; Leonardo Alenza, con sus cuadros costumbristas inspirados en la obra de Goya y Eugenio Lucas Padilla, que representaba el espíritu revolucionario de la época. En Cataluña surgió una escuela pictórica inspirada en los nazarenos alemanes dentro de la que destacan Joaquín Espalter y Pelegrín Clavé.


Romanticismo tardío


Hacia mediados del siglo XIX, la pintura romántica comenzó a cobrar la intensidad de un movimiento original. Entre los ejemplos más relevantes de este periodo se hallan los paisajes serenos y atmosféricos de la Escuela de Barbizon que incluye Camille Corot y Théodore Rousseau. En Inglaterra, después de 1850, los prerrafaelistas revivieron la visión medievalizante de los nazarenos alemanes.


Influencia


La influencia del romanticismo ha perdurado en obras posteriores. Se puede trazar una línea de continuidad que parte desde Constable a través de la Escuela de Barbizon hasta el impresionismo, aunque el más directo descendiente del romanticismo fue el movimiento simbolista, que por diferentes vías intensificó o refinó las características del movimiento romántico como la subjetividad, la imaginación y la extraña fantasía onírica. En el siglo XX el expresionismo y el surrealismo llevaron estas tendencias incluso más lejos. Sin embargo, en cierto sentido, puede decirse que todo el arte contemporáneo deriva del romanticismo ya que el concepto de libertad artística, originalidad y autoexpresión en el arte fueron los estandartes de los románticos en oposición a los principios tradicionales.


Puntillismo


Método pictórico que consiste en la aplicación de pequeños puntos o pinceladas yuxtapuestas de color puro. Al contemplar los cuadros desde cierta distancia, estas pequeñas manchas se funden en un solo campo de color y reproducen con brillantez los efectos lumínicos.
La técnica, basada en las teorías del color del impresionismo, fue desarrollada científicamente por el pintor francés Georges Seurat, fundador del neoimpresionismo finales del siglo XIX. El cuadro de Seurat Un domingo de verano en la Grande Jatte (expuesto en la Exposición de los impresionistas de París en 1886) es uno de los ejemplos más destacados de puntillismo. Después de conocer a Seurat en 1884, el pintor neoimpresionista francés Paul Signac se convirtió en un apasionado defensor de esta técnica.


Expresionismo


Corriente artística que buscaba la expresión de los sentimientos y las emociones del autor, más que la representación de la realidad objetiva. El movimiento expresionista apareció en los últimos años del siglo XIX y primeros del XX como reacción frente a los modelos que habían prevalecido en Europa desde el renacimiento, particularmente en las anquilosadas academias de Bellas Artes. El artista expresionista trató de representar la experiencia emocional en su forma más completa, sin preocuparse de la realidad externa sino de su naturaleza interna y de las emociones que despierta en el observador. Para lograrlo, los temas se exageran y se distorsionan con el fin de intensificar la comunicación artística.


Pintura y escultura


Aunque el término expresionismo no se aplicó a la pintura hasta 1911, sus características se encuentran en el arte de casi todos los países y periodos. Parte del arte chino y japonés resalta las cualidades esenciales del sujeto por encima de su apariencia física. Los artistas de la Europa medieval exageraban sus figuras en las catedrales románicas y góticas para intensificar la expresividad espiritual. La intensidad expresiva creada mediante la distorsión aparece también en el siglo XVI en las obras de los artistas manieristas, como el pintor español El Greco y el alemán Matthias Grünewald. Sin embargo, los auténticos precursores del expresionismo vanguardista aparecieron a finales del siglo XIX y comienzos del XX, en especial el pintor holandés Vincent van Gogh, el francés Paul Gauguin y el noruego Edvard Munch, que utilizaron colores violentos y exageraron las líneas para conseguir una expresión más intensa.
El grupo expresionista más importante del siglo XX apareció en Alemania de la mano de los pintores Ernst Ludwig Kirchner, Erich Heckel y Karl Schmidt-Rottluff, quienes en 1905 fundaron un grupo en Dresde denominado Die Brücke (El puente). A ellos se unieron en 1906 Emil Nolde y Max Pechstein, y en 1910 Otto Müller. En 1912 expusieron sus cuadros junto a un grupo de Munich denominado Der Blaue Reiter (El jinete azul), integrado por los pintores alemanes Franz Marc, August Macke y Heinrich Campendonk, el suizo Paul Klee y el ruso Wassily Kandinsky. Esta primera fase del expresionismo alemán estuvo marcada por la visión satírica de la burguesía y el fuerte deseo por representar las emociones subjetivas. Die Brücke se disolvió en 1913, un año antes del comienzo de la I Guerra Mundial (1914-1918). El grupo de los fauves (véase fauvismo), así como el pintor francés Georges Braque y el español Pablo Picasso, influyeron y posteriormente recibieron la influencia del expresionismo alemán (véase Arte y arquitectura contemporáneas).
La siguiente fase del expresionismo se llamó Die neue Sachlichkeit (nueva objetividad) y surgió de la desilusión subsiguiente a la I Guerra Mundial. Fundado por Otto Dix y George Grosz, se caracterizó a la vez por su pesimismo existencial y por una actitud ante la sociedad sumamente satírica y cínica. Mientras tanto, el expresionismo se había convertido en un movimiento internacional, y la influencia de los alemanes ya se podía apreciar en los trabajos de artistas foráneos, como el pintor austriaco Oskar Kokoschka, los franceses Georges Rouault, Chaïm Soutine, el búlgaro nacionalizado francés Jules Pascin y el estadounidense Max Weber (véase Pintura).
Representante destacado en Latinoamérica es el ecuatoriano Oswaldo Guayasamín quien, influido por los muralistas mexicanos, utilizó una técnica expresionista al tratar temas indigenistas de su país. En España el expresionismo se volvió hacia las representaciones de significado social. Destaca sobre todo José Gutierrez Solana, Benjamín Palencia, Pancho Cossío, Francisco Mateos, Rafael Zabaleta y Eduardo Vicente.
El expresionismo abstracto apareció en Estados Unidos nada más finalizar la II Guerra Mundial. Entre sus mejores exponentes destacaron Mark Rothko, Willem de Kooning, Franz Kline y Jackson Pollock, que intentaron representar las emociones básicas mediante la pintura abstracta. Para ello utilizaron colores vivos, formas atrevidas y métodos de trabajo espontáneos como el dripping (chorreado de pintura sobre la tela puesta en el suelo).
La escultura expresionista hunde sus raíces en el siglo XIX, en la obra del francés Auguste Rodin, que expresó las emociones a través de sus esculturas figurativas. La línea experimental de Rodin influyó en la obra de su discípulo Antoine Bourdelle, el escultor croata Iván Mestrovic, el británico Jacob Epstein y el alemán Ernst Barlach. La obra de todos ellos ofrece diferentes formas de distorsión, exageración y estilización a grandes escalas de la figura humana.


Expresionismo abstracto


Movimiento pictórico de mediados del siglo XX cuya principal característica consiste en la afirmación espontánea del individuo a través de la acción de pintar. Existe una gran variedad de estilos dentro de este movimiento que se caracteriza más por los conceptos que subyacen en él que por la homogeneidad de estilos. Como su propio nombre indica, el expresionismo abstracto es un arte no figurativo y, por lo general, no se ajusta a los límites de la representación convencional.
Las raíces del expresionismo abstracto se hallan en la obra no figurativa del pintor ruso Wassily Kandinsky, y en la de los surrealistas, que de forma deliberada utilizaban el subconsciente y la espontaneidad en su actividad creativa. La llegada a la ciudad de Nueva York durante la II Guerra Mundial (1939-1945) de pintores europeos de vanguardia como Max Ernst, Marcel Duchamp, Marc Chagall e Yves Tanguy difundió el espíritu del expresionismo abstracto entre los pintores estadounidenses de las décadas de 1940 y 1950, que también recibieron la influencia de la abstracción subjetiva de Arshile Gorky, pintor que nació en Armenia y emigró a Estados Unidos en 1920, y de Hans Hofmann, pintor y profesor alemán nacionalizado estadounidense, que hacía hincapié en la interacción dinámica de planos de color.
El movimiento del expresionismo abstracto tuvo su centro en Nueva York formando la llamada Escuela de Nueva York. Aunque los estilos que abarca son tan diversos como los de los propios pintores integrantes, se desarrollaron dos tendencias principales, la de la Action Painting (pintura de acción) y la de los planos cromáticos. El interés de los representantes de la primera tendencia se centraba en la textura y consistencia de la pintura y en la gestualidad del artista en el momento de su aplicación sobre el lienzo, mientras que los pintores que realizaban obras con planos cromáticos ponían el acento en la unificación de color y forma. Jackson Pollock representa la quintaesencia de la Action Painting. Su único modo de abordar la pintura consiste en dejar chorrear los colores desde un recipiente o salpicarlos sobre el lienzo, para hacer líneas entrelazadas que parecen prolongarse en arabescos sin fin. Willem de Kooning y Franz Josef Kline, también integrantes de la Action Painting, utilizaban amplias pinceladas muy empastadas para crear abstracciones rítmicas en un espacio virtualmente infinito. Mark Rothko creó rectángulos colmados de colores vibrantes en sus obras, muchas de las cuales son ejemplos de primer orden de la pintura de planos cromáticos. Bradley Walker Tomlin, Philip Guston, Robert Motherwell, Adolph Gottlieb y Clyfford Still combinaron en sus obras elementos de las dos tendencias.
El expresionismo abstracto también floreció en Europa y su influencia se observa en pintores franceses como Nicolas de Stael, Pierre Soulages y Jean Dubuffet. Las manifestaciones del expresionismo abstracto en Europa son el tachismo (del francés tache, 'mancha'), en el que priman las manchas de color, y el arte informal, que niega la estructura formal. Ambas tendencias tienen grandes afinidades con la Action Painting de Nueva York. Entre los pintores tachistas se encuentran los franceses Georges Mathieu y Camille Bryen, el español Antoni Tàpies, el italiano Alberto Burri, el alemán Wols (seudónimo de Alfred Otto Wolfgang Schülze) y el canadiense Jean-Paul Riopelle.
Futurismo
Movimiento artístico de comienzos del siglo XX que rechazó la estética tradicional e intentó ensalzar la vida contemporánea, basándose en sus dos temas dominantes: la máquina y el movimiento. El poeta italiano Filippo Tommaso Marinetti recopiló y publicó los principios del futurismo en el manifiesto de 1909. Al año siguiente los artistas italianos Giacomo Balla, Umberto Boccioni, Carlo Carrà, Luigi Russolo y Gino Severini firmaron el Manifiesto técnico de la pintura futurista.
El futurismo se caracterizó por el intento de captar la sensación de movimiento. Para ello superpuso acciones consecutivas, una especie de fotografía estroboscópica o una serie de fotografías tomadas a gran velocidad e impresas en un solo plano. Ejemplos destacados son el Jeroglífico dinámico de Bal Tabarin (1912, Museo de Arte Moderno, Nueva York) y el Tren suburbano (1915, Colección Richard S. Zeisler, Nueva York), ambos de Gino Severini. Aunque el futurismo tuvo una corta existencia, aproximadamente hasta 1914, su influencia se aprecia en las obras de Marcel Duchamp, Fernand Léger y Robert Delaunay en París, así como en el constructivismo ruso.


Cubismo


Movimiento artístico que se manifestó sobre todo en pintura, cuyo objetivo principal era el de alejarse de la representación naturalista y conseguir plasmar de modo simultáneo sobre la superficie del cuadro un objeto visto desde múltiples ángulos. Desarrollado principalmente por Georges Braque y Pablo Picasso hacia 1907, alcanzó su apogeo alrededor de 1914 y continuó evolucionando durante la década de 1920. Al rechazar la representación realista seguida desde el renacimiento, el cubismo significó un cambio crucial en la historia del arte, convirtiéndose en el precursor de la abstracción y de la subjetividad artística. Fue una revolución contra el sentimentalismo y el realismo de la pintura tradicional, contra la importancia que se daba al efecto de la luz y el color y contra la ausencia de formas, características del impresionismo. Los cubistas rechazan la perspectiva y el movimiento y le dan primacía a la línea y la forma. Se inspiró fundamentalmente en el arte de las tribus de África y Oceanía.
Los cubistas seguían la sentencia del postimpresionista francés Paul Cézanne, que afirmaba que “todas las formas de la naturaleza parten de la esfera, el cono y el cilindro” y está influido por el afán constructivo y geometrizante de George Seurat. La expresión más frecuente dentro del cubismo presenta un enfoque analítico y abstracto del tema; el artista determina y pinta las formas geométricas básicas que componen el objeto, sobre todo el cubo o el cono, o los planos básicos que revelan las formas geométricas subyacentes. Otra fase de la pintura cubista (el cubismo sintético) presenta un objeto desde diferentes ángulos, imposibles de ver simultáneamente en realidad, unificados en una estructura compositiva. En ninguno de los dos cubismos, analítico o sintético, se pretende reproducir en detalle el aspecto real de los objetos. Entre los retratos y naturalezas muertas cubistas destacan los instrumentos y los arlequines ya que eran fáciles de diseccionar de forma geométrica. Para evitar todo efecto naturalista y emocional, el cubismo utilizó durante su primer periodo, o periodo analítico, una paleta muy restringida de grises, marrones, verdes y amarillos, o recurrió a obras pintadas en diferentes tonalidades de un mismo color. Después de 1914, durante el periodo sintético, muchos cubistas introdujeron colores más brillantes en sus obras.
Además de Pablo Picasso y Georges Braque, otros pintores cubistas importantes fueron: Albert Gleizes, Robert Delaunay, Fernand Léger, Francis Picabia, Marcel Duchamp, Roger de La Fresnaye y Juan Gris. Entre los escultores cubistas más importantes, que aplicaron a la escultura los mismos principios artísticos que los pintores, se cuentan Pablo Picasso, Raymond Duchamp-Villon, Jacques Lipchitz y Alexander Archipenko. Y entre los incontables artistas influidos por las ideas y técnicas cubistas se encuentran Maurice de Vlaminck, Stuart Davis y Lyonel Feininger.
Constructivismo
Movimiento artístico ruso de principios del siglo XX que ejerció una importante influencia en el arte europeo y que fue fundado por el escultor y pintor ruso Vladímir Tatlin. El nombre hace referencia a la construcción de esculturas abstractas partiendo de una gran variedad de materiales industriales, como metal, alambre y trozos de plástico. Las primeras obras representativas de este movimiento son las construcciones en relieve de Tatlin fechadas entre 1913 y 1917. En 1920 ya se le habían sumado los artistas Alexándr Rodchenko, El Lissitzky, Naum Gabo y Antón Pevsner, entre otros. En 1920 Gabo y Pevsner publicaron en Moscú el Manifiesto realista, donde se exponen los principios teóricos del nuevo estilo.
Aunque el movimiento se dividió en diferentes facciones en la década de 1920, en general el constructivismo defendió los ideales del utilitarismo, el funcionalismo y la abstracción. El utilitarismo, actitud frente al arte que dominaba en la recién constituida Unión Soviética (URSS), sostenía que el arte debía ser fácil de comprender y tener una utilidad social. Tatlin fusionó su dogma contructivista con el del nuevo Estado comunista, convirtiéndose en un diseñador poderoso e influyente dentro del nuevo orden estético.
El constructivismo ejerció una gran influencia sobre la escultura, arquitectura y, especialmente, el diseño industrial del siglo XX y su defensa de los materiales modernos y de las líneas puras sirvió para reforzar la naciente estética del funcionalismo.


Dadá o Dadaismo


Movimiento que abarca todos los géneros artísticos y es la expresión de una protesta nihilista contra la totalidad de los aspectos de la cultura occidental, en especial contra el militarismo existente durante la I Guerra Mundial e inmediatamente después. Se dice que el término dada (palabra francesa que significa caballito de juguete) fue elegido por el editor, ensayista y poeta rumano Tristan Tzara, al abrir al azar un diccionario en una de las reuniones que el grupo celebraba en el cabaret Voltaire de Zurich. El movimiento Dada fue fundado en 1916 por Tzara, el escritor alemán Hugo Ball, el artista alsaciano Jean Arp y otros intelectuales que vivían en Zurich (Suiza), al mismo tiempo que se producía en Nueva York una revolución contra el arte convencional liderada por Man Ray, Marcel Duchamp y Francis Picabia. En París inspiraría más tarde el surrealismo. Tras la I Guerra Mundial el movimiento se extendió hacia Alemania y muchos de los integrantes del grupo de Zurich se unieron a los dadaístas franceses de París. En 1922 el grupo de París se desintegró.
Con el fin de expresar el rechazo de todos los valores sociales y estéticos del momento, y todo tipo de codificación, los dadaístas recurrían con frecuencia a la utilización de métodos artísticos y literarios deliberadamente incomprensibles, que se apoyaban en lo absurdo e irracional. Sus representaciones teatrales y sus manifiestos buscaban impactar o dejar perplejo al público con el objetivo de que éste reconsiderara los valores estéticos establecidos. Para ello utilizaban nuevos materiales, como los de desecho encontrados en la calle, y nuevos métodos, como la inclusión del azar para determinar los elementos de las obras. El pintor y escritor alemán Kurt Schwitters destacó por sus collages realizados con papel usado y otros materiales similares. El artista francés Marcel Duchamp expuso como obras de arte productos comerciales corrientes —un secador de botellas y un urinario— a los que denominó ready-mades. Aunque los dadaístas utilizaron técnicas revolucionarias, sus ideas contra las normas se basaban en una profunda creencia, derivada de la tradición romántica, en la bondad intrínseca de la humanidad cuando no ha sido corrompida por la sociedad.


Como movimiento, el Dada decayó en la década de 1920 y algunos de sus miembros se convirtieron en figuras destacadas de otros movimientos artísticos modernos, especialmente del surrealismo. A mitad de la década de 1950 volvió a surgir en Nueva York cierto interés por el Dada entre los compositores, escritores y artistas, que produjeron obras de características similares.

ARTE E HISTORIA




ARTE BARROCO








El término barroco ha sido utilizado en dos sentidos. En sentido restringido para hacer referencia al arte nacido en Italia a finales del siglo XVI y comienzos del XVII, y que durante todo este siglo se propagaría a toda Europa; y en sentido amplio, para designar y caracterizar todos los aspectos pertenecientes a la civilización y a la cultura europea de la primera mitad del siglo XVII (la ciencia, la política, la sensibilidad, la religiosidad, etc.). Nos interesa ahora desarrollar el sentido más preciso del término, aquel que se refiere al arte. La primera característica del arte barroco es que se trata de un arte creado por la renovación católica frente al protestantismo. El Concilio de Trento justificó y alentó el culto a las imágenes y la representación de los misterios sagrados, para responder y hacer frente a las ideas iconoclastas y a la sobria estética protestante. En ese sentido, el Barroco sería el arte de la Contrarreforma. Pero, al mismo tiempo, la renovación tridentina impuso unos cánones estrictos en materia de arte religioso, de tal manera que con ello se pretendía reaccionar contra los gustos paganos propios del arte del Renacimiento. Esto condujo a la obligatoria separación de lo religioso y de lo profano en el arte del mundo católico: de ese modo, no se podían introducir en las representaciones de escenas religiosas o sagradas personajes que no lo fueran o, a lo sumo, que no fueran episódicos; igualmente, el vestuario de los personajes sagrados no correspondería con el de la época del artista, sino que serían convencionales, con túnicas y pliegues a la antigua. De la misma manera, el Concilio de Trento ordenó vigilar que de las obras no se dedujesen opiniones falsas, supersticiosas o contrarias a la doctrina y prohibió también la representación de la desnudez o de escenas impúdicas y escandalosas. El resultado de ese espíritu rígido e intervencionista, unido a la renovación pastoral y piadosa en el seno de la Iglesia, en vez de restringir el espíritu creativo, permitió un crecimiento de las actividades artísticas. Las construcciones de iglesias, que debían adecuarse a determinadas exigencias litúrgicas y pastorales, se multiplicaron por todas partes, ya por la expansión de las órdenes religiosas, ya por el restablecimiento del culto en algunos países. La iglesia de los jesuitas en Roma constituyó, en ese sentido, el prototipo a imitar: una iglesia grande y clara, con una única nave desde la cual se pudiera seguir la misa del altar mayor y con capillas laterales para las misas privadas. Pintores y escultores también recibieron de la Iglesia una normativa precisa con el fin de proclamar e ilustrar las grandes verdades de la fe y, con ello, adoctrinar y enseñar al pueblo los grandes temas de la doctrina (la exaltación de la Eucaristía, la glorificación de la Virgen y de los santos, la iluminación del hombre por la gracia). Con estas directrices se perseguía también tanto inculcar la piedad en los fieles como responder a los movimientos protestantes. Nada tiene de extraño que la Iglesia católica, que desempeñó un papel sobresaliente en el nacimiento y difusión del arte barroco, le dictara reglamentos y le inculcara su propio espíritu. A las artes plásticas se sumó la música sacra, para lo cual se introdujo en la liturgia el uso del órgano y del canto coral, con la finalidad, también didáctica y pastoral, de emocionar a los fieles para conducirlos a la devoción. Se trataba, en definitiva, de conquistar a las masas mediante determinados estímulos psicológicos. Sin embargo, este arte austero y funcional, de combate y disciplina, pensado y reglamentado por Trento derivó en poco tiempo hacia la suntuosidad, la riqueza y el recargamiento. En efecto, las iglesias, donde se representaba la misa como si se tratase de un escenario teatral, acabaron decorándose con gran suntuosidad y profusión, desde la fachada hasta los retablos, con motivos relativos a la exaltación de Cristo y de la Virgen, de los santos y de los mártires, como expresión de una fe triunfante. Pero el arte barroco no es sólo un arte religioso. También constituye la expresión de la sensibilidad de un siglo duro, dramático, intenso y atormentado, en el que la vida tiene escaso valor debido a la muerte temprana, a la muerte violenta, a la muerte multitudinaria. Por eso la vida se ama y se vive con intensidad y con pasión, se intenta gustar de toda clase de sensaciones y placeres, se goza de la naturaleza y del movimiento, del color y de la luz, de los materiales suntuosos, del oro y del mármol veteado. Rubens expresó todo eso en sus obras, en la sensualidad de sus personajes y en la elección de colores y formas. Por otra parte, los hombres del siglo sometidos a sentimientos contradictorios de amor y violencia, de alegría y temor, dominaban mal las emociones y las pasiones. Y entre éstas, la superior, por encima del amor, es la pasión por la gloria, que los hombres del Barroco sintieron de manera especial, hasta el punto de ser objeto de estudio y de explicación racional por los mecanicistas. Como las pasiones no se sacian satisfactoriamente, los hombres terminan sublimándolas, y el arte es un instrumento capital en esa evolución. Así, artistas como Bernini o Zurbarán pretendieron traducir plásticamente esa forma de vida superior. En las artes plásticas el Barroco era también un arte que intentaba imitar al teatro por lo que tenía de fugaz, de efímero, de ilusorio; era un arte de espectáculo y ostentación. Arquitectos y escultores trataban de recomponer en la piedra, el mármol o el estuco, los decorados y los movimientos escénicos propios del arte dramático. Igualmente, los pintores barrocos producían efectos que tendían a restituir en los lienzos la ilusión escénica del relieve y de la profundidad. De ese modo, la preocupación por la decoración es superior a la de la construcción. Precisamente por ello, los artistas barrocos vuelcan toda su imaginación en los decorados teatrales, en los arcos de triunfo festivos, en la arquitectura efímera fúnebre. Su correspondencia en la literatura confirma el gusto de la época por los efectos espectaculares, por la plasmación de los movimientos más fugaces, como el vuelo de las vestiduras, por los momentos de extrema tensión mística, como los éxtasis. El Barroco era un arte religioso y teatral. Y también constituía el reflejo de una sociedad determinada: la sociedad monárquica, señorial y rural. En aquella sociedad el poder de los soberanos absolutos se manifiesta en la suntuosidad, en el lujo, en la decoración y en la pompa de la vida cortesana, aristocrática y palaciega. Pero también se refleja en el mundo rural, pues el Barroco es un arte popular: la profusión de riqueza estimulaba la imaginación del pueblo que, además, busca a través del arte, y sobre todo del religioso, consuelo, intercesiones celestiales y esperanza.

martes, 15 de julio de 2008

CINEMATOGRAFIA


HISTORIA
DEL CINE CUBANO.
En tanto redescubrir el pasado casi siempre implica prepararse mejor para el futuro, quisimos trazar un panorama somero de la historia del cine cubano, de manera que también nos sea posible acercarnos al presente audiovisual de la Isla, y no solo de una manera descriptiva, a partir de los hechos concretos, sino también de modo analítico, mediante los juicios de valor.

PRIMER CINE CUBANO.

El primer cine construido en Cuba, (no teatro que alterno sus actividades con las cinematográficas) fue el Cine Actualidades en La Habana Vieja (Avenida de Bélgica- antes Monserrate- # 362 e/ Neptuno y Virtudes) que se inauguro el 18 de Abril de 1906, que aun se encuentra en servicio.

El Actualidades, fue inaugurado como cine el 18 de abril de 1906, en la calle habanera de Monserrate, entre Neptuno y Virtudes; por el empresario Eusebio Azcué, de quien un cronista de la época afirmó:

Abre sus puertas esta noche el bello teatrito que ha edificado Eusebio Azcué [sic]... realiza al fin su propósito de presentar un espectáculo nuevo. El cinematógrafo con que inicia sus trabajos es la última palabra del adelanto. Es un cinematógrafo parlante, construido en Europa, precisamente para la empresa de Actualidades.

Esa noche, el programa inaugural consistió en cuatro tandas empezando la primera a las 7:15. Los entreactos del Actualidades eran amenizados por el órgano del vestíbulo. Al siguiente día de la inauguración se anuncia que cada tanda finalizará con un acto de ilusión por el Sr. Prada. Cuatro días después, entre las nuevas películas, que en el cine se anuncian, está el dibujo animado en colores La gallina de los huevos de oro.

El día 18 de mayo, o sea, un mes después, otro cronista comentaba:

El público se ha aficionado a ese espectáculo: los favorecedores del Actualidades han resuelto el problema de gastar poco y divertirse mucho [...] Ya habían comenzado a alternar las variedades que en su continuada renovación de artistas célebres en ese género, le hicieron conquistar al fresco, elegante y sólido salón-teatro de la calle de Monserrate, el calificativo simpático de “La bombonera”.

El 26 de enero de 1910, después de ser completamente remozado, el mismo empresario lo reinaugura con el nombre de antes, Actualidades. Pero luego, en octubre de 1911, se le menciona en las crónicas y gacetillas con el nombre de teatro Casino y en julio de 1914 teatro Azcue, y en 1915, otra vez Casino.

En febrero de 1912 continúan alternándose las funciones con variedades y películas. Para entonces ya el cine teatro tenía como propietario y empresario a Manuel Saladrigas.

En sus funciones se ponían cuadros de zarzuelas, dirigido por José Palomera e integrado por la tiple Pilar Bermúdez (luego actriz dramática en la radio de los años treinta), Mercedes Serra, José Palomera, Manolo Saladrigas, Argudín y Murillo, entre otros. Ya en junio, un periódico comenta sobre los Lunes del Teatro Cubano donde Mercedes Serra debuta. Un mes después, quizás debido al agitado movimiento teatral y a las exhibiciones de películas, no fueron pocos los que llamaron al Actualidades: “el teatrito de la bulla”.

Para la década de 1920 el hoy centenario inmueble habanero reabrió como teatro con su antiguo nombre. Su nuevo propietario y empresario era José Orozco. Tal era la gracia de aquel pequeño cine-teatro que se le llegó a conocer como la «bombonera» de Orozco.

Entre 1926 y 1931 el Actualidades funcionó como teatro con compañía propia de zarzuelas españolas, variedades y género cubano, para el que trabajaron libretistas de la casa como Teófilo Hernández, Antonio «Calvo» López y Ernesto Brillas. Figuras destacadas de estos años actuaron en su escenario: Julio Richards y Carmita Ortiz, Julita Muñoz; período en el que también se presentó la compañía de Jaime Prats, integrada por Leopoldo Fernández, Federico Piñero, Candita Quintana, Miguel de Grande y Sol Pinelli, entre otros.

Por muchos años más, al antiguo edificio se le llamó Actualidades hasta que fue completamente derribado para fabricar el actual cine que allí se levanta desde el 25 de enero de 1939, día en que sería inaugurado con el mismo nombre que tuvo desde entonces.
Así, transcurrían los años de aquel cine, que entre funciones de revistas, zarzuelas, sainetes, comedias líricas y demás, llenas de lentejuelas, músicas y cantos, alternaban con las noches de magia que brindaba una pantalla en una sala oscura.

Sin saberlo, sería hasta hoy, el más longevo. Cine de barrio, cine de estreno, esas fueron sus ofertas, siempre lleno de significaciones para un público que vio pasar su niñez y adolescencia entre pasillos y butacas.

jueves, 10 de julio de 2008

MUSICOS INOLVIDABLES.



Antonio Salieri




Pasó la mayor parte de su vida en la Corte Imperial de
Viena para la que fue compositor y Maestro de capilla. Su filosofía artística se resume en el título de una de sus óperas célebres: Primero la música y luego las palabras.

Músico de gran valía y dotado de gran talento, se dedicó a la enseñanza.
Salieri ha visto su nombre unido a una presunta rivalidad con Wolfgang Amadeus Mozart, rivalidad que contiene además de acusaciones de plagio, una más grave, que es la de haber causado la muerte del compositor de Salzburgo, episodio sin ninguna base histórica y que ha sido recreado primero en un poema por el poeta Alexander Pushkin, de la que se inspiró el compositor Nikolai Rimski-Kórsakov para hacer una ópera de nombre “Mozart y Salieri”; y posteriormente por el escritor británico Peter Shaffer para escribir la obra de teatro Amadeus, llevada a la gran pantalla con éxito de público y crítica por el director Milos Forman en una película homónima que recibió 8 premios Óscar.

Durante su carrera, tuvo como alumnos a futuros músicos que llegaron a ser famosos: desde
Beethoven a Schubert, desde Liszt a Czerny y Hummel.


Desde muy joven, Salieri, que había estudiado violín con Giuseppe Tartini, se traslada tras la muerte de sus padres junto a su hermano Francesco primero a Padua y luego a Venecia para aprender el arte del contrapunto en la escuela de Giovanni Pescetti.
En Venecia conoció a Leopoldo Gassmann, Kapellmeister en Viena, el cual se lo llevó con él en 1770 a la capital austriaca, a la corte de José II de Habsburgo. A la muerte de Gassmann, acaecida cuatro años después, asumió el papel de compositor de la corte.