Un españolísimo Mozart
María Bayo protagoniza «Cosí fan tutte» en el Auditorio Baluarte de Pamplona, bajo la dirección de escena de Tomás Muñoz y musical de Pablo Mielgo
La paradoja que a día de hoy se está produciendo en el
sector lírico español es tremenda. Las pequeñas temporadas que, a lo
largo de las dos últimas décadas, han ido europeizando la realidad
lírica española, están reduciendo su actividad de manera tremenda ante
unos recortes estatales salvajes efectuados sin demasiado criterio. Curiosamente son las que, como principio, han apostado, y en ello siguen, por los cantantes españoles.
Es decir, las que menos ayudas tienen son las que dan empleo de manera
masiva a nuestros intérpretes frente a los grandes centros que reservan
para ellos las migajas y algunos ni eso.
Un ejemplo claro de buen hacer operístico es el Auditorio Baluarte de Pamplona.
Cada año programa dos citas líricas, realizadas siempre con exigente
criterio artístico que se deja ver en repartos siempre muy cuidados y en
decididas apuestas en los ámbitos escénico y musical.
No ha sido una excepción este nuevo montaje del auditorio navarro de "Così fan tutte" de W. A. Mozart.
Lo primero que llama la atención es, precisamente, que casi todos los
integrantes del equipo artístico son españoles que, a fin de cuentas,
demostaron al final de la función ser capaces de cantar y mostrar la
música del compositor salzburgués con el mismo nivel de competencia que
otros colegas suyos extranjeros. Las dudas de algunos al respecto,
después de sesiones como esta, son cuanto menos dudosas e interesadas.
Un gigantesco himeneo
La nueva producción, firmada por Tomás Muñoz,
apostó por un espacio único, una especie de gigantesco himeneo de camas
superpuestas en grada, lleno de simbologías y muy conceptual. En líneas
generales funcionó, aunque puede que no resultase del todo cómoda para
los cantantes la propuesta debido a una dramaturgia un tanto hierática a
la que, sobre todo en el primer acto, le faltó chispa.
Sí la hubo desde la obertura en el foso. Pablo Mielgo al frente de la Sinfónica de Navarra demostró,
una vez más, que es una de las batutas a tener en cuenta. Su discurso
musical fluido y lúcido dejó ver con plenitud la refrescante partitura
mozartiana, con vigor y altura de miras.
Los cantantes, todos ellos, fueron en línea ascendente. María Bayo,
después de un primer tramo un tanto irregular, remontó con brío e
incorporó una Fiordiligi de altura, muy bien resuelta estílisticamente y
de gran enjundia vocal. No se quedó atrás Maite Beaumont, Dorabella entregada, con buena línea de canto. El Ferrando de Antonio Lozano
demostró que es en este repertorio donde el tenor murciano tiene mucho y
bueno que decir, mientras que el Guglielmo del barítono David Menéndez
fue una verdadera delicida de principio a fin, tanto interpretativa
como vocalmente. En él despliega el cantante asturiano su muy rica gama
de recursos expresivos puestos al sevicio del personaje. La Despina de
la soprano argentina -y muy vinculada a España- Soledad Cardoso brilló con fuerza y Carlos Chausson volvió a ser un Don Alfonso de referencia, toda una lección de como interpretar este rol.
Al final, merecido éxito de público para un "Così" de marcado acento español en
el que el trabajo de equipo destacó tanto como las individualidades,
síntoma inequívoco de asistir a una velada mozartiana estilíticamente en
el camino correcto.
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