Ve la luz en español un libro que reconstruye los hechos del 27 de julio de 1890, día que recibió un disparo que acabó con su vida en la localidad francesa de Auvers
Hace un año saltó la bomba.
Dos reputados especialistas norteamericanos (Steven Naifeh y Gregory White Smith), ganadores de un Pulitzer por una biografía de Jackson Pollock, habían publicado una monumental biografía de Van Gogh, en la que apuntan la posibilidad de que no se había suicidado,
sino que habría podido haber muerto de un disparo accidental realizado
por un joven que veraneaba en Auvers, donde falleció Van Gogh.
El próximo día 21 el libro ve la luz en español publicado por Taurus y traducción de Sandra Chaparro.
A lo largo de 830 páginas, los autores van diseccionando y completando el puzzle de la compleja y atormentada vida del pintor holandés, «un fanático»,
como se definía el propio Vincent en 1881:«Tengo una enorme fuerza
interior...
Es un fuego que no debo apagar sino avivar». Considerado por
muchos como un loco, como un Quijote moderno, en esta exhaustiva y completísima biografía descubrimos qué le llevó a ser tan impetuoso, a tener esos arrebatos de entusiasmo, a ser tan rebelde, torturado, alienado del mundo, enemigo de sí mismo...
Dicen Naifeh y White Smith que pagó un alto precio por ello: la
tremenda soledad en la que vivía y el constante fracaso en su ajuste de
cuentas con la vida. Mucho de lo que sabemos de su vida está encerrado
en el millar de cartas que envió a su querido hermano Theo.
Desmontando la leyenda
Pero, sin duda, lo más llamativo del libro es el apéndice, en el que se trata de reconstruir los hechos acaecidos el 27 de julio de 1890.
Nos han contado siempre que Van Gogh cogió una pistola de su casero y
se suicidó a los 37 años en un campo de trigo de Auvers.
Los autores ven
argumentos suficientes para desmontar esa leyenda, en la que advierten demasiadas contradicciones. Nunca se hallaron pruebas:
no apareció el arma, ni los utensilios y el lienzo que llevaba a
cuestas (raro en alguien que pensara en suicidarse), no hubo testigos,
ni se le hizo la autopsia. El extraño ángulo desde el que entró la bala
rebate la teoría del suicidio: el disparo se produjo desde lejos.
Con los años han surgido testimonios que cambian la historia.
Todo apunta a que Van Gogh no murió en un trigal sino en el camino del
caserío de Chanpoval, como relatan dos personas. Y, como en toda buena
historia, hay un sospechoso: René Secrétan,
hijo de un farmacéutico rico que vivía en París. Pasaba los veranos en
Auvers con su hermano Gaston.
René era un adolescente problemático, al
que le gustaba gastar bromas pesadas a Van Gogh. Solía disfrazarse de
Buffalo Bill, con su revólver calibre 38. El encuentro entre ambos pudo
ser fortuito. Nunca sabremos lo que pasó en realidad. Pero, ¿por qué
calló Van Gogh si le dispararon? Quizás porque simplemente deseaba morir.
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