A MI MANERA. ISABEL PANTOJA

lunes, 15 de septiembre de 2008

HISTORIA


Uno de los edificios más emblemáticos e históricos...

EMILIO J. LEZCANO
Especial para El Nuevo Herald
Uno de los edificios más emblemáticos e históricos que se recuerdan en la ciudad de La Habana es sin duda el Palacio Presidencial.

El majestuoso edificio, montado sobre unos sillares de piedra blanca labrada, es una armoniosa combinación de elementos arquitectónicos español, francés y alemán. De un estilo neoclásico fue diseñado por el arquitecto cubano Carlos Maruri y el también arquitecto belga Paul Belau.

El Palacio Presidencial, el inmueble de más realce en la capital cubana, fue inaugurado el 31 de enero de 1920 y fue el Palacio de Gobierno desde la etapa de Mario García Menocal hasta Fulgencio Batista y Zaldivar.

Su estructura se compone de cuatro plantas y adornada por una espectacular cúpula que se asemeja un poco a la del Capitolio Nacional. La planta baja estaba reservada para las recepciones y presentación de credenciales del cuerpo diplomático acreditado en el país. Desde el vestíbulo se podía observar una regia escalera de mármol blanco que terminaba frente al majestuoso Salón de los Espejos.

El edificio, en esa época, contaba con varias entradas, una de ellas especialmente para el uso del Ejecutivo y los Miembros del Gabinete; otra para los empleados y la más activa, dedicada a los periodistas acreditados en la Sala de Prensa de Palacio.

Alrededor de un espléndido patio central se encontraban las oficinas de Información y Publicidad, la Secretaría Particular del Primer Magistrado, el Salón de Periodistas, del Pagador de Palacio y las dependencias militares.

En el segundo piso se hallaba el despacho oficial del Presidente de la República, el cual se comunicaba con el Salón de los Espejos. Este bello salón recibe su nombre porque en su decoración se destacaban espejos de gran tamaño con elegantes marcos de maderas preciosas y adornados con oro alrededor de las molduras. El mobiliario era de estilo Luís XV. Aquí se encontraban los Salones de Embajadores y Diplomáticos; la Sala de Audiencias; el Comedor de Gala; la Capilla del Palacio y la Oficina de Comunicaciones. También se encontraba la Terraza Norte, donde el Ejecutivo solía presenciar los desfiles y ceremonias que tenían lugar frente a la Mansión Presidencial.

La tercera planta estaba reservada para las habitaciones privadas del Presidente de la República y su familia.

En la cuarta planta estaban las oficinas y habitaciones de los Ayudantes del Primer Magistrado, también radicaban los comedores para el personal subalterno de Palacio y una estación de radiotelegrafía.

Desde aquí se podía apreciar una vista panorámica de la monumental cúpula central, hecha con una fuerte estructura de acero y hormigón de cemento en su interior, que daba la impresión de cuidar al Salón de los Espejos, y la Bandera Cubana.

El interior del Palacio Presidencial se destacaba por las obras de grandes pintores que dejaron sus huellas de arte y donde se destacaban pinturas de Hatuey, La Mejorana, el desembarco de Cristóbal Colón y preciosos paisajes criollos.

Y fue aquí, en el Palacio Presidencial, a las 3:05 de la tarde del día 13 de marzo de 1957, donde ocurrió un episodio sangriento en la historia política de Cuba, cuando Menelao Mora Morales, al frente del movimiento insurreccional del Partido Auténtico, atacó con varios de sus partidarios el Palacio con el fin de liquidar a Fulgencio Batista y Zaldivar y de esa forma acabar con la dictadura impuesta al país el 10 de marzo de 1952.

El Palacio Presidencial de La Habana, por su bellesa e historia, tiene un recuerdo imborrable para muchos cubanos de esa época.





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