Bosco, el perro que fue elegido alcalde
Todo
comenzó como una apuesta en un bar, como tantas otras que nacen tras
una barra y unos cuantos tragos. Una noche de agosto de 1981, dos
vecinos de la californiana población de Sunol conocidos como ‘el honesto Paul Zeiss’ y ‘Wolf’
(de este último solo ha trascendido el mote que tenía) se encontraban
enfrascados en una conversación sobre la necesidad de tener en la
localidad la figura de un alcalde honorario y ésta acabó
convirtiéndose en una discusión sobre quién de ellos dos conseguiría más
votos en el hipotético caso de que se celebrasen unas elecciones
municipales.
En el momento álgido del debate intervino Brad Leber, uno de los clientes del bar que estaban allí presentes, quien
aprovechó para añadir más leña a la encendida conversación y no se le
ocurrió otra cosa que decir a los presentes que, en unas elecciones, su
perro Bosco conseguiría muchos más votos que Zeiss y Wolf juntos.
[Relacionado: César, el perro que mandó tanto como el rey]
Lo que parecía que iba a quedarse en una absurda discusión, provocada
por el ambiente etílico de una noche veraniega de copas, acabó
convirtiéndose en todo un reto personal, decidiendo mover todos los
papeles necesarios para poner en marcha unas elecciones en las que
escoger a un alcalde honorario y así medir los índices de popularidad de
los dos vecinos y el perro.
Y así lo hicieron. Montaron sus pequeñas campañas electorales e
intentaron convencer a sus convecinos de que eran los candidatos ideales
para representarlos en los actos institucionales.
Brad Leber hizo lo propio con su perro Bosco, pegando carteles y repartiendo octavillas en los que se podía leer el lema ‘Un hueso en cada plato, un gato en cada árbol y una boca de incendios en cada esquina’.
Cabe destacar que Bosco era perro sumamente popular entre los ciudadanos de Sunol, ya que, a pesar de tener propietario, siempre andaba campando a sus anchas por la localidad, acompañando a los vecinos en sus trayectos por la calle y haciendo todo tipo de simpáticas carantoñas propias de un can a cambio de un hueso.
Tal y como debéis suponer e indica el título de este post, tras
celebrarse las elecciones el perro Bosco resultó el ganador por una
inmensa mayoría de votos.
A partir de aquel momento se convirtió en el primer alcalde honorario de la población de Sunol, ocupando el cargo hasta el momento de su fallecimiento en julio de 1994.
Evidentemente era un cargo testimonial, pero en todos los actos
públicos que se celebraron a lo largo de los 13 años en los que Bosco
fue el alcalde honorario allí estaba él, ataviado con una pajarita y un
lazo que lo distinguía como máxima autoridad municipal.
Cuando Brad Leber tuvo que marcharse de Sunol por motivos
personales llegó a un acuerdo con Tom Stillman, a quien le cedió la
propiedad de Bosco, ya que nadie en la población quería que se lo
llevase consigo.
‘The People’s Daily’ El
acto simbólico de tener en Sunol a Bosco como alcalde honorario no
hubiese ido más allá si en 1989, seis años después de haber sido
elegido, no se hubiese conocido la historia a nivel mundial a través de
un artículo publicado en el diario chino
en el que se criticaba ferozmente el modelo político de los Estados
unidos en los que se permitía a un perro presentarse a unas elecciones.
Dicho artículo era consecuencia de la polémica surgida en aquella época durante las protestas de la Plaza de Tiananmen, las cuales pusieron a China en el ojo del huracán de las críticas mundiales hacia la gestión política de este país.
Pero la mofa realizada hacia Sunol y Bosco desde el periódico
chino tuvo un efecto contrario, dándole a la población y al can una
popularidad que hizo que docenas de medios de comunicación se
interesasen por ese peculiar alcalde.
Tras el fallecimiento de Bosco muchos son los
homenajes que se le han realizado por haber colocado a Sunol en el mapa
y convertido a esta pequeña comunidad en uno de los lugares donde
acudían centenares de turistas en sus vacaciones.
En 2008 se colocó una estatua de bronce que es visitada a
menudo por los vecinos de Sunol, quienes recuerdan con cariño al que fue
su mejor y más fiel alcalde honorario.
Cabe destacar que el hecho de que la elección se realizase para
escoger a un alcalde honorífico se debía a que Sunol era una pequeña
comunidad rural sin valor jurídico, en la que residía menos de un millar
de habitantes, y que dependía administrativa y municipalmente del condado de Alameda. La primera colonia se fundó a mediados del siglo XIX cuando el barcelonés Antonio María Suñol se instaló en el rancho El Valle de San José junto a su familia, tras su llegada a los EEUU en plena fiebre del oro.
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