A MI MANERA. ISABEL PANTOJA

miércoles, 28 de diciembre de 2011

ENTERATE

En el Museo de Cera de Madrid se rindió homenaje al medio siglo de estreno, y rodaje en España, de la megalómana epopeya campeadora




Samuel Bronston presenta... y se hizo la luz en la Gran Vía. Fue una noche de glamour, entre candilejas y luces de neón, cuando España era un inmenso decorado de cartón piedra, prolongación de Hollywood, Imperio Bronston, polvo de estrellas, bienhallado Mr. Marshall.

El 27 de diciembre de 1961, en el cine Capitol —uno de los pocos que aún perviven—, se estrenaba «El Cid», la superproducción de Samuel Bronston dirigida por Anthony Mann, con Charlton Heston y Sofía Loren. A la gala no acudió el Jefe del Estado, convalenciente de un accidente de caza, brazo en cabestrillo, pero sí lo hizo su esposa, Carmen Polo, patrona del Niño Jesús del Remedio, a cuyo beneficio se dedicó el estreno.

También acudió un tipo gallardo, gentil, grácil, bizarro, alto, cuyas caricias provocaban espolones en las mujeres a las que besaba: Charlton Heston.

Ayer, en el Museo de Cera de Madrid, en un saloncito que parecía una tienda de campaña del Cid, con el suspirillo de Frankenstein acordonando los cogotes de los allí presentes, se rindió homenaje al medio siglo de estreno, y rodaje en España, de la megalómana epopeya campeadora.

«Aunque el Cid fuera un señor bajito, para nosotros el Cid siempre es Charlton Heston», resumió Víctor Matellano, coautor junto a Miguel Losada del libro «El Cid» (T&B), que evoca aquel temblor de cine.

Andrea Bronston, hija de Samuel, el productor de la película, se emocionó: «Es un honor ser la hija de... Es un honor que todavía quede gente que trabajó con mi padre». Como Gil Parrondo, cartesiano del arte, 90 años, más de doscientas películas, dos Oscar, cuatro Goyas, dibujante, carpintero, arquitecto, poeta, filósofo, enciclopedista, un genio que, como Peter Pan, jamas quiso crecer, según le confesó a José Luis Garci en Cabañaquinta, mientras atardecía una titánica luz de domingo.

Pues el gran Gil Parrondo, el manantial que le dio la mano a Boris Karloff, no olvida al tío Sam: «Hice todas las películas con Bronston, fue una época mágica, “El Cid” es una de las más grandes, y fue un placer conocer y trabajar con Samuel». Y a su lado Julián Mateos, no menos clásico, jefe de atrezzo, que aún guarda los aceros de Rodrigo Díaz de Vivar, de Espartaco, el casco de Patton, museo viviente...

Enrique Herreros, prodigio enciclopédico, enhebró anécdotas de un rodaje que arrancó un 14 de noviembre de 1960 en uno de los platós de los estudios Chamartín. Anthony Mann quedó con Sofía Loren en que todas las mañanas, a las cinco y media en punto, ella le recogiera en su casa, calle San Bernardo, 117, para repasar los diálogos antes de filmar. «Pero a Sarita Montiel le comían los demonios —recordó Herreros—.

Una madrugada, Sarita empezó a sufrir un fuerte retortijón de tripas que alarmó a Tony Mann; despertó a la sobrina de “la estrella” para rogarle que bajara a casa del vecino —ella no tenía teléfono— y llamara a Enrique Herreros, que aún estaba considerado, entre otras muchas cosas, como su descubridor, para que se hiciera cargo del problema.

Yo contesté al teléfono y sospechando que se trataba de una de sus consabidas “saritadas”, la mandé a la merdé». Al poco rato, la sobrina volvió a llamar y entonces Enrique hijo despertó a su buen padre, que, alarmado, llamó al médico de cabecera, el doctor Carlos Estébanez. Mann hizo esperar una hora a Sofía Loren (Heston no soportaba que ella llegara tarde a los rodajes), «y entonces Sarita sintió una súbita mejoría que hizo innecesaria la intervención del doctor.

Esa noche, Mann decidió irse a vivir el resto de la filmación a un apartamento de Torre España». Víctor Matellano le pregunta: «¿Le ofrecieron a la Montiel el papel de Doña Jimena?» Y Enrique Herreros remata la faena: «Es como si a mí Vicente Del Bosque me ofrece el puesto de ariete para la próxima Eurocopa».

Luis Alberto de Cuenca situó el Cantar de Mio Cid como la seña de identidad de nuestro pueblo, ahora que tan necesitados estamos de la aldea global de España, y recordó a su amigo y escritor Michel Houellebecq, quien le encargó un DVD de la película de Mann: «Es muy bueno que un francés como Michel reconozca que es una película maravillosa». Para Martin Scorsese, «El Cid» es una de las grandes cintas épicas de la Historia. Ayer, en el Museo de Cera, para honrar «El Cid», asistieron el actor Antonio Mayans, que también intervino en «Rey de Reyes», estrenada una semana después; Saturnino García, presidente de «Colmenar Viejo, tierra de cine», Juan José Alonso Millán, Enrique Cornejo, María Rosa, y Nati Mistral, quien recordó cómo Heston la sacó a bailar en aquel Madrid, imperio Bronston: «Me llevaba dos metros de altura, y si hoy novelara mis memorias, tan de moda, diría que se acostó conmigo. Pero no se acostó».

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