A MI MANERA. ISABEL PANTOJA

domingo, 25 de julio de 2010

ENTERATE

Las reliquias de Galileo

FLORENCIA, Italia

El caso de Galileo a menudo es visto claramente como el primer golpe decisivo en contra no sólo de la fe, sino del poder de la Iglesia Católica. Sin embargo, nunca ha sido tan simple. Galileo era creyente y quedó devastado ante su condena por herejía en 1633, por haber puesto de cabeza la perspectiva bíblica del universo.

Ahora, una práctica católica particularmente perdurable está siendo desplegada de manera prominente en el museo de historia de la ciencia en Florencia, que fue renovado y al cual le cambiaron el nombre para honrar a Galileo: seguidores de tiempos modernos del famoso hereje están exhibiendo fragmentos de su cuerpo que acaban de ser recuperados --tres dedos y un retorcido molar cortados de su cadáver casi un siglo después de su muerte-- como si fueran las reliquias de un verdadero santo.

``Es un santo secular, y las reliquias son un importante símbolo de su lucha por la libertad de pensamiento'', afirmó Paolo Galluzzi, director del Museo Galileo, que puso en exhibición el diente y los dedos pulgar e índice el mes pasado, uniéndolos a otro de los dedos del científico que ya estaba en su colección.

``Es un héroe y mártir de la ciencia'', agregó.

La manera en que regresaron las reliquias da origen a un nuevo capítulo en la vida y legado de Galileo, que aún se debate. En 1992, la iglesia recapacitó y reconoció que los jueces que lo habían hallado culpable de herejía habían errado, pero tampoco despejó el nombre de Galileo del todo. Además, la devolución de las reliquias pone de relieve, una vez más, persistentes tensiones entre la iglesia y la cultura secular en Italia.

Las complicaciones del científico no terminaron con su muerte en 1642.

Como hereje, no le pudieron dar una sepultura propia de la iglesia. Pero, durante varios años después de su muerte, sus seguidores en el círculo de grandes duques de Toscana presionaron para darle un honorable sitio de descanso.

Casi un siglo después, en 1737, integrantes de la élite cultural y científica de Florencia desenterraron los restos del científico en un peculiar rito masónico. La francmasonería estaba creciendo como un contrapeso al poder de la iglesia en esos años e incluso actualmente, sigue siendo una presencia mayor en la imaginación popular de Italia como una fuerza anticlerical.

Con base en un notario que registró los extraños procedimientos, el historiador y naturalista Giovanni Targioni Tozzetti usó un cuchillo para rebanar varios de los dedos, un diente y una vértebra del cuerpo de Galileo como recuerdos pero, al parecer, se contuvo y no se llevó su cerebro.

Posteriormente el científico fue sepultado de nuevo en una ceremonia que guardó ``simetría con una beatificación'', expresó Galluzzi, quien resultó ser algo similar a un experto en la vida después de la vida de Galileo.

Después de llevarse sus macabros recuerdos, el grupo colocó los restos de Galileo en una elegante tumba de mármol en la iglesia florentina de la Santa Croce, incisiva declaración de los poderes de Toscana en cuanto a que estaban fuera del control del Vaticano.

La iglesia ha sido desde hace mucho tiempo atrás un santuario del humanismo en la misma medida que de la religión, y entre los vecinos permanentes de Galileo están Miguel Angel y Maquiavelo.


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