A MI MANERA. ISABEL PANTOJA

domingo, 6 de junio de 2010

ENTERATE

Diva cubana desafía al tiempo en los escenarios

LA ARTISTA cubana Juana Bacallao durante una de sus presentaciones nocturnas en el club El Gato Tuerto, de la capital cubana.
LA ARTISTA cubana Juana Bacallao durante una de sus presentaciones nocturnas en el club El Gato Tuerto, de la capital cubana.
JAVIER GALEANO / AP

LA HABANA

No importa que tenga más edad que Matusalén o que muchos de sus colegas sean ya parte del pasado: como lo hizo a lo largo de casi todo el siglo XX, Juana Bacallao se vistió de lentejuelas, se maquilló y salió como cada semana al escenario donde su figura menuda se transmutó en la de una volcánica diva que sacude a su público.

"Yo me retiro cuando venga la muerte'', comentó bajando la voz, casi en susurro. ‘‘Agarro un tambor y me pongo a cantar y sigo siendo Juana Bacallao'', expresó en entrevista con la Associated Press.

La artista no quiso decir exactamente cuántos años tiene, pero algunos conocidos comentaron que este 26 de mayo cumplió 93 y en un arrugado artículo del periódico oficial Juventud Rebelde fechado en el 2000 se atribuía entonces 75: de ser así serían 85 ahora.

"La vida del arte es una vida dura de mucha lucha... Juana se hizo sola'', exclamó. ‘‘No tengo edad. Soy una mujer que se mantiene'', bromeó Bacallao con ojos entornados y un gesto picaresco, el mismo que la convirtió en un personaje polémico que rompía esquemas --y hasta hacía sonrojar a más de uno-- con su mezcla de chistes picantes y parodias.

Todavía hoy, cuando sale a escena cada viernes sin falta --aunque "llueva o truene''-- pasada la medianoche en el club El Gato Tuerto de la capital cubana, jóvenes y viejos, cubanos y extranjeros, se levantan para aplaudirla. Ella canta con su gruesa voz, baila, se contonea y habla con el público con una energía fuera de lo común durante casi dos horas.

En su espectáculo se desgranan guarachas, salsas, sones y boleros, algunos temas compuestos por ella o interpretaciones de clásicos que la hicieron famosa como "Juana la cubana'' o "Yo soy Juana Bacallao'', pero sobre todo se intercalan sus palabras que pueden ir dirigidas a un señor canoso, a una jovencita flaca o a una pareja de europeos que no siempre entienden bien de qué se trata la broma pero distinguen su sabor.

A quien le pregunta sobre el "secreto'' de su fuerza o sus ganas prefiere no contestarle y en cambio atribuye un papel fundamental a la genética y a las buenas intenciones.

‘‘Yo no uso cremas, tengo mi cutis divino y vivo feliz, porque lo que tú más tienes para la salud es que aquí... no cabe la maldad'', expresó mientras señalaba el corazón con sus uñas pintadas de rojo fuego.

Aunque su vida privada es un misterio que ella cultiva con esmero, se sabe que proviene de una familia humilde de la populosa barriada de Cayo Hueso, en La Habana, y que su papá fue trabajador del muelle. Hija única, quedó huérfana como a los seis años y fue a parar a la escuela de monjas de las Hermanas Oblatas.

"Conozco la vida, la pobreza y la riqueza. Nada me asusta'', manifestó.

La historia de su lanzamiento como artista es tan increíble como muchas de las estrafalarias anécdotas que se cuentan de ella.

Corría algún momento a finales de la década de los 30 o comienzo de los 40 y la entonces joven conocida con su nombre legal de Neri Amelia Martínez Salazar trabajaba como empleada doméstica en casas de la rica Habana.

Ella misma lo relató así: "Estaba limpiando la escalera y pasó el distinguido Obdulio Morales [productor musical y director de orquesta]... y me oyó cantar''.

Para ella, Morales montó el número que la hizo famosa y le dio una identidad artística: "El me explicó ‘tu vas a ser Juana Bacallao' y yo le dije ‘¡que nombre más feo!' y él [respondió] ‘sí pero te va a traer suerte' '', relató la artista.


No hay comentarios: