A MI MANERA. ISABEL PANTOJA

domingo, 12 de octubre de 2008

CULTURA RELIGIOSA


La santería y el catolicismo en Cuba

Conexión Cubana
Maricarmen Rivera


La santería y el catolicismo conviven asombrosamente dándose la mano entre el pueblo cubano. A dos años de la visita del Papa Juan Pablo II a "la tierra de Fidel", santos como Changó, Yemayá y Ogún siguen siendo los máximos exponentes de la fe en este pueblo.


Muchos países del mundo pueden considerarse evangelizados, en Cuba el hueso ha sido más duro de roer. Según el Párroco de la Catedral de la Habana, Rolando Cabrera, la entrada de la Iglesia Católica a esta comunidad ha tenido que centrarse en pequeñas victorias. Uno de estos logros fue la celebración de la Semana Santa en este lugar.


Este fue el segundo año que Cuba conmemoró la pasión y muerte de Jesús, tras 40 años de la Revolución. Vía crucis y procesiones se llevaron a cabo sin una manifestación evidente del pueblo. Tanto así, que el tradicional vía crucis de Viernes Santo se celebró dentro de la Catedral, pues no estuvo permitido celebrarla en las afueras.


La Iglesia Católica en Cuba vive entre debates fundamentales. Por un lado está el pulseo entre los intereses católicos, y por el otro la permanencia y el arraigo de las prácticas santeras.


Tras pocos años de presencia católica en esta Isla, es evidente que los problemas que enfrentan con la ciudadanía, los cuales llevan casi medio siglo viviendo un estilo de vida alejado por completo de las reglas y exigencias de la Iglesia.


Incluyendo aspectos que podrían resultar tan sencillos como la vestimenta utilizada para ir a misa, es evidente el trabajo que cuesta a la Iglesia hacer entender que las reglas dentro de la Iglesia son diferentes a las reglas fuera de esta.


A pesar de que el Viernes Santo fue un día normal de trabajo y escuela para los cubanos, la Iglesia Católica puede preciarse de ser una de las pocas religiones aceptadas en la hermana República. Prácticas como los Mormones, los Testigos de Jehová no son autorizadas en este país.


Por eso, aunque sean cien feligreses en una procesión, es suficiente para llevarla a cabo de la manera más digna posible.


A las tres de la tarde, el Viernes Santo en la Catedral de la Habana, había música en las afueras, y santeros ofreciendo echar las cartas al mejor postor. Una mujer vestida de blanco y con un tabaco en la mano desafiaba a la policía y al sacerdote con una mesa improvisada llena de cartas españolas y un vaso con agua


. A la menor provocación esta mujer proclamaba a los cuatro vientos sus creencias y preferencias.


Adentro de la empedrada catedral, el Padre Cabrera recordaba que Jesús dio muchas enseñanzas entre curiosos y arrimados, y que de esta misma manera se llevaría a cabo el vía crucis.


Así, con un país que en su mayoría no parecía recordar o saber nada de lo que allí adentro se profesaba, se terminaron las doce estaciones para los adeptos, entre los que, por supuesto, había santeros.


Muchos seguidores de la santería en Cuba combinan exitosamente estas creencias con las de la religión católica. Muchos incluso suelen tapar sus santos durante la Semana Mayor para así no ofender ni a Dios, ni a los santos de su devoción.


Como en todas partes del mundo, las contradicciones en Cuba son evidentes. Sea como sea, con santos o con la cruz, los cubanos reconocen que este país, la más grande de las Antillas, es una tierra bendita. Ya sea por la Virgen de la Caridad o por Ochún, pero bendita.

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