A MI MANERA. ISABEL PANTOJA

jueves, 18 de septiembre de 2008

CINE


Muere el cineasta cubano
Humberto Solás



El Nuevo Herald

El laureado realizador cubano Humberto Solás, personalidad emblemática de la cinematografía latinoamericana contemporánea, falleció el miércoles en La Habana a los 66 años, víctima del cáncer.


Solás, internacionalmente conocido por filmes como Manuela (1966), Lucía (1968), Cantata de Chile (1975) y Cecilia (1982), figuró entre los fundadores de la escuela cinematográfica que floreció en Cuba bajo los auspicios del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC) a partir de 1959.


El cineasta murió en su casa de Miramar poco después de las 4 p.m., rodeado de sus familiares más cercanos. La enfermedad le había sido detectada hace pocas semanas.


Caracterizado por un cine de gran plasticidad en las imágenes, gustoso de la experimentación y siempre a la búsqueda de temas arraigados en la cultura popular, Solás desempeñó un importante papel en la apertura estética y la proyección del cine cubano hacia temas considerados controversiales por la censura gubernamental.


Nacido el 4 de diciembre de 1941 en el seno de una familia pobre, el cineasta llevaba como segundo nombre Bárbaro en tributo a Santa Bárbara (Changó en la santería cubana), pero era característico verle usando camisas blancas en honor a la deidad yoruba Obatalá, de la que se consideraba hijo. Uno de sus más sentidos homenajes a Obatalá fue mediante el documental Obataleo (1989), con música del grupo Síntesis.


Graduado de la licenciatura en Historia por la Universidad de La Habana, se incorporó al ICAIC en 1960 como realizador de documentales didácticos y cortos como Minerva traduce el mar (1962) y El Retrato (1963).


Con 25 años, realizó el cortometraje de ficción Manuela (1966), que recorrió los principales festivales del mundo y lo catapultó como una promesa del cine cubano de entonces. Pero su nombre saltó a la palestra internacional con Lucía, un fresco histórico sobre la mujer cubana ambientado en tres momentos definitorios de la historia nacional: la guerra independentista contra el coloniaje español, la frustrada revolución de 1933 y la transformación vivida tras la llegada de Fidel Castro al poder.


Para el cineasta exiliado Sergio Giral, la obra cumbre de Solás es Lucía, "sobre todo porque es una película romántica, y en última instancia eso era él: un gran romántico''.


"Como artista, tenía esa cualidad de soñar y de crear sus propios sueños'', agregó Giral, director de filmes como Rancheador y María Antonia.


Desde que Lucía recibió el Gran Premio del Festival Cinematográfico de Moscú en 1969, la película escaló a la categoría de clásico y hoy está considerada por la crítica entre las diez más importantes de la historia del cine iberoamericano.


La temática femenina --una constante de su obra-- lo impulsó a relizar una versión fílmica de Cecilia Valdés, la novela cubana más importante del siglo XIX. La megaproducción de Cecilia terminó siendo el más ambicioso y polémico proyecto realizado por el ICAIC, y desató un debate nacional que terminó con la sustitución de Alfredo Guevara al frente del organismo. Guevara retornaría al ICAIC en 1992 por decisión del propio Castro.


Cecilia, junto a Cantata de Chile, Amada (1984), Un hombre de éxito (1986) y El Siglo de las Luces (1992), definen el estilo grandilocuente del artista, que fue un profundo admirador del célebre director italiano Luchino Visconti.


Y aunque en sus últimos largometrajes, Miel para Ochún (2001) y Barrio Cuba (2005), Solás retomó la estética sencilla que lo devolvió al neorrealismo de Manuela, la esencia de su obra se mantuvo intacta, volcado a un rescate de la identidad cubana por encima de razas, credos e ideologías políticas.

"Como director siempre estaba en una búsqueda de la perfección'', recordó en Miami el actor Gerardo Riverón, quien trabajó por primera vez con Solás en Un día de noviembre (1972), uno de sus filmes censurados por el oficialismo.


‘‘Era muy sencillo, también muy tímido y poco sociable, pero cuando te conocía cambiaba totalmente... era muy buena persona''.


Considerado como un maestro y mentor de varias generaciones de cineastas cubanos, desde el 2003 estaba dedicado a desarrollar el Festival de Cine Pobre de Gibara, un espacio creado por él para promover alternativas de bajo costo con alto rigor artístico. La ciudad oriental de Gibara fue prácticamente arrasada por el huracán Ike.


En el 2005 fue galardonado con el Premio Nacional de Cine.


"Humberto se murió de la tristeza de no ver a Cuba crecer y desarrollarse como él quería'', dijo en Miami su amigo Tony Somoza, quien lo acompañó como asistente de dirección desde los rodajes de Cecilia.


Lo sobreviven en La Habana su hermana Elia y tres sobrinos. Cumpliendo su última voluntad personal, sus funerales tendrán un carácter privado.


La reportera Sara Moreno contribuyó con esta información.

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