A MI MANERA. ISABEL PANTOJA

jueves, 22 de julio de 2010

ENTERATE

Lomografía o el arte de lo imperfecto

Única e irrepetible. | Marigel Arnaud.

La belleza de lo imperfecto. O mejor dicho, de lo imprevisto. Las cámaras fotográficas Lomo disfrutan actualmente, gracias a la lomografía, de una segunda vida, casi treinta años después de su nacimiento en la fría y austera Rusia de 1982. Cuando los soportes digitales, el retoque y la postproducción dominan el mundo de la imagen, las Lomo analógicas recuperan una técnica originaria de 1820.

La Lomo LC-A -compacta, sobria y fácil de usar- surgió en las instalaciones de la Unión de Ópticos y Mecánicos de Leningrado, en un principio como la competencia soviética a las Minox japonesas. Tras venderse millones de ejemplares al otro lado del muro, las Lomo cayeron en un relativo olvido, a pesar de ser el instrumento fotográfico propio de los países comunistas.

Además de su diseño retro, el atractivo de las Lomo es su sencillez: sólo tienen una velocidad de obturación de un sesentavo -además de la opción de bulbo, en que el obturador se mantiene abierto el tiempo que apriete el disparador- y tres diafragmas. Sin tecnicismos.

-Simplemente encuadrar y disparar-, como explica el fotógrafo Pasquale Caprile, quien dirige el taller de lomografía de los cursos de verano de la Universidad Complutense.

Los distintos modelos de la gama Lomo producen múltiples efectos visuales: saturación de color, grano, ojo de pez, panorámica. Si a las características de la cámara se le añaden las de la película y las del revelado, el resultado es una imagen única e irrepetible.

"La película te permite experimentar; por ejemplo si coges dos o tres rollos y los metes un rato en un vaso de vino o limpiacristales, cuando se secan provoca un efecto absolutamente aleatorio sobre la emulsión de los haluros de plata", como si extrañas nubes cubriesen aquello captado. "Las posibilidades no son sólo infinitas, sino que también son únicas, que es lo que da valor".

La historia de amor de Caprile y las Lomo comenzó en 1994 en Photokina -una feria sobre fotografía que se celebra cada dos años en la localidad teutona de Colonia y que abrirá sus puertas este septiembre-, donde se dio de bruces con una curiosa exposición salida del objetivo de una cámara sin nombre, que tras indagar resultó ser una Lomo LC-A. "Entonces me puse en contacto con Lomography en Viena y desde hace 16 años mi mujer y yo somos los embajadores de la lomografía en España".

Tras varios días de excursión fotográfica por El Escorial, el Valle de los Caídos y San Lorenzo, Caprile y sus alumnos verán las mejores imágenes reveladas en una exposición que llevará la firma de diseñadores gráficos, estudiantes de fotografía, periodistas y estilistas de moda. "La lomografía atrae a un público bastante amplio" y debido a su fácil manejo puede utilizarla cualquiera. Ahora, "gracias a las redes sociales hemos llegado a un público más amplio" y queda ya lejos el ostracismo al que se vio relegada la cámara en occidente en la década de los 80.

La fiebre por la lomografía afecta, sobre todo, a "los hijos de la generación píxel" -jóvenes entre 16 y 26 años que han vivido el auge de la técnica digital-, que ahora quieren volver a la antigua mecánica de capturar imágenes.

Aún así, personalidades como el presentador Andreu Buenafuente, el diseñador Lorenzo Caprile -hermano de Pasquale- y Jorge Drextler, entre muchos otros, han sucumbido a los encantos del aparato soviético. Parece que Lomo se prepara para convertirse en una cámara para toda la familia, porque ya saben: simplemente encuadrar y disparar.

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