Paloma O'Shea: «No estoy dispuesta a bajar la calidad. Antes cierro»
- Fundacion Albeniz (instituciones)
La directora de la Escuela Superior de Música Reina Sofía habla con ABC sobreel incierto futuro de esta institución educativa de alto nivel y reclama que no se demore más la Ley de Mecenazgo
El anuncio hace unas semanas de la inauguración de un nuevo curso de la Escuela Superior de Música Reina Sofía sirvió
a Paloma O’Shea, su directora, como excusa para hablar del incierto
futuro que se cierne sobre la institución, que no ha permanecido ajena a
los efectos de la crisis. La bajada del patrocinio privado (5%) y la disminución «sin previo aviso» del apoyo de las administraciones públicas
(en los últimos años ha pasado de un 13% al actual 6%) ponen en riesgo
mantener el mismo nivel de calidad, que ha sido su santo y seña durante
estos años. Algo que podría desembocar, si la situación no cambia, en un
futuro cierre de la Escuela.
«En realidad, yo me refería, no solo a la Escuela, sino a
todas las instituciones que hacemos cultura y educación desde el mundo
privado –explica Paloma O’Shea a ABC en su despacho de la Fundación Albéniz,
de la que depende la escuela–. Si quieres tener lo mejor, tienes que
contratar con años de antelación, y no se puede trabajar seriamente
cuando tus socios te dicen de un día para otro que ellos no pueden
cumplir su parte. Hablé de cerrar, evidentemente, si me veo ante la
imposibilidad de ofrecer la enseñanza de calidad que estamos obligados a
ofrecer. Ya hemos reducido todos los gastos posibles; reducir más
atentaría contra la calidad de la enseñanza y a eso sí que no estoy
dispuesta. Antes cierro la Escuela. Tenga en cuenta que esta Escuela
está especializada en dar salida a los chicos con talento excepcional y
solo puede funcionar con la máxima calidad».
–También ha pedido al Gobierno que no demore más la aprobación de la Ley de Mecenazgo. ¿Esta ley salvaría a la Escuela?
–No sé si la salvaría, pero el hecho es que la Ley de
Mecenazgo es una asignatura pendiente de este Gobierno. También de todos
los anteriores, que la anunciaron todos y no la hizo ninguno, pero de
este Gobierno más si cabe, porque preconiza un modelo liberal de gestión
de la cultura y eso es imposible si no se proporcionan los instrumentos
adecuados. El Gobierno sigue teniendo la responsabilidad de que el
sector de la cultura funcione bien. Y no olvidemos que la cultura
representa un 4 por ciento del PIB.
–La
Fundación Albéniz ha sido un ejemplo a la hora de buscar dinero privado
durante dos décadas. ¿La aprobación de la ley supondría un paso hacia
la ampliación de la institución?
–De lo que se trata ahora es de tener el instrumento legal
que nos facilite la tarea de sustituir en parte la aportación del
Estado, que ha dejado de ser significativa. Es una necesidad de primera
instancia, de supervivencia, para muchas instituciones. Por otra parte,
hablando en términos generales, una Ley de Mecenazgo, si está bien
hecha, será un instrumento magnífico para que crezca todo el sector de
la cultura.
–El
secretario de Estado de Cultura, José María Lasalle, señala al
Ministerio de Hacienda como responsable de la paralización de la ley.
Ante la crítica situación económica que atraviesa España parece
inevitable que no se considere a la Cultura una prioridad.
–Si lo que pretendemos es arreglar el país a medio y largo
plazo, la Ley de Mecenazgo se traduciría en algo muy positivo para las
cuentas del Estado, porque se dinamizaría el sector y aumentaría la
actividad y la recaudación, como se ha comprobado en otros países de
nuestro entorno que han tenido la valentía de dar este paso. Y si
existen prevenciones de carácter económico por parte del Ministerio de
Hacienda, lo que creo hay que hacer es ponerse a trabajar. Ver cómo
articular la Ley de tal forma que su impacto no vaya más allá de lo
aconsejable. Hay que trabajar en definir el alcance de la Ley,
establecer topes, decidir qué tipo de instituciones pueden acceder a
ella en función de la rentabilidad social que produzcan... Hay muchas
maneras de asegurarse que el resultado final de la Ley resulte
beneficioso, y no gravoso, para el Estado.
–El
abuso del dinero público, la llamada cultura de la subvención, ¿se ha
convertido en su propio verdugo al no ser capaces de generar otros
instrumentos de financiación?
–Yo creo que en España no ha habido nunca una cultura de la
subvención tal como usted la plantea. Al menos en el sector de la
música. Al contrario, la subvención ha sido más bien escasa. En la
Fundación Albéniz, la participación del Estado no ha pasado nunca del 13
por ciento, en los momentos de bonanza. Y le puedo asegurar que, en
cualquier otro país europeo, un proyecto como este habría tenido un 25 o un 30 de apoyo público. Eso, por no hablar de los centros análogos al nuestro en Barcelona o el País Vasco, la Esmuc y Musikene, en los que el Estado, en este caso el Gobierno utonómico, asume el cien por cien del proyecto.
–Cuando
se habla de mecenazgo se piensa siempre en las grandes fortunas. ¿No
cree que sería necesario también concienciar al ciudadano de que debe
contribuir?
–El pueblo español ha sido siempre generoso en líneas
generales y en la medida en que ha podido. Y tradicionalmente, en los
últimos tres siglos, la verdad es que ha podido muy poco, por la escasez
objetiva de recursos. Quizá por eso, no lo sé, carecemos de una
tradición en este sendito como la que existe en Estados Unidos o en el
mundo anglosajón en general. Pero, en términos absolutos, yo diría que
el espíritu de solidaridad de los españoles es muy alto.
–En
España, aunque lentamente, está empezando a cobrar fuerza el
crowdfunding/micromecenazgo. ¿Qué opinión le merece este sistema de
financiación?
–Cualquier fórmula nueva de financiación tiene importancia,
y más si se desarrolla en la red, en la aldea global, pero ese tipo de
movimientos yo los veo más apropiados para proyectos específicos, con
fines muy concretos y no tanto para proyectos como este, de dar cauce a
los jóvenes músicos con talento diferencial.
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